Antes de nada, comentar que viví toda esa mierda y tengo copia de todo esto VISIÓN GENERAL Lo primero decir –o me muero si no lo hago- que al Spectrum no le llamábamos “el gomas”. Al menos no en España. No sé de dónde viene eso (de Reino Unido, supongo) o si es que se le ha querido dar un aire nostálgico al ordenador, pero para nada lo llamábamos así. Aquí hablábamos del Spectrum, el Amstrad, el MSX o el Commodore. O tenías un Spectrum o tenías un Amstrad o tenías un MSX. Daba igual sus variantes. Y no, en España no tenías un Commodore 64. Sólo sabíamos de su existencia por las bonitas imágenes de sus juegos que nos regalaba la revista Micromanía. Quien os cuente que lo tuvo es por puro postureo. O bueno, sí, lo tuvo pero porque alguien lo engañó para comprarlo. Y no digo esto porque el ordenador fuese malo. Al contrario. Era –posiblemente- el ordenador más cojonudo de los 8 bits. Pero en España lo que vendía, con diferencia, era el Spectrum, el Amstrad y, en menor medida, el MSX. LA CRISIS DE 1983 Pues… mira, en Europa no existió. Otra historia anglosajona para intentar mitificar el mundo del videojuego de cara a la galería. Fue una de esas pocas veces en las que los españoles no llegamos tarde a algo. Lo digo porque se podría pensar que recibiésemos los videojuegos tarde y nos perdimos la crisis pero, no, no fue el caso. Al contrario. Desde finales de los años 70 ya se empezaron a popularizar –y mucho- los salones recreativos. Así llamábamos a los salones Arcade. Casi todos tuvimos televisores con el Pong incorporado y, a principios de los 80, vivimos un auténtico y absoluto “boom” con las Game & Watch (las maquinitas, como las llamábamos aquí), los míticos relojes Casio que traían juegos de carreras y naves incorporados y, por supuesto, con el Spectrum. Rara era la casa en la que no hubiese una plataforma de videojuegos de algún tipo. España salía de una dictadura, abrazó la democracia y el capitalismo, y eso se notó muchísimo en nuestra sociedad. Comenzamos a tener una auténtica “clase media” que fue la que levantó el país. Las familias empezaron a poder permitirse cosas que hace 20 años eran impensables; dos televisores (en blanco y negro, eso sí), un reproductor de vídeo (de casette VHS o Betamax), una cadena musical y, por supuesto, alguna plataforma de videojuegos para los niños. De hecho, no es que no hubiese crisis del 83 en España es que, directamente, tuvimos un auge masivo del consumo de videojuegos. Raro era el bar en donde no había una máquina recreativa (un arcade). Incluso se podría decir que los locales que no contaban con una eran considerados como “de segundo nivel”. Tengo recuerdos del verano de 1983, momento en el que fui de viaje a Italia con mis padres por carretera, y la mayoría de esos recuerdos son mios hablando con otros niños (vete tú a saber en qué idioma) mientras esperaba a echar unas monedas en las máquinas recreativas que había en los hoteles y los hostales. Recuerdo que mis padres lo flipaban al ver cómo me comunicaba con otros niños en Francia e Italia para intercambiar información sobre lo que sabíamos del juego en cuestión mientras esperábamos la cola para echar nuestra moneda. Yo creo que no se trata de idiomas. Creo que se trata de la pasión de unos niños que, ante algo que los atraía enormemente, intentaban comunicarse como podían. Y creo que no hay nada comprable a un niño intentando hablar sobre lo que le entusiasma. Debe ser un lenguaje universal. LAS VIDEOCONSOLAS EN LOS 80 Pues… como que no existieron. Los Youtubers te intentan contar la historia que han leído en Wikipedia pero la realidad es que, en España, eso de las consolas de videojuegos quedó relegado a los “cuñados”. Para empezar hay que aclarar que los videojuegos los comprábamos en tres únicos y legendarios lugares: El Corte Inglés, Galerías Preciados y Coconut Informática (más tarde conocida como Mail Soft). El Corte Inglés y en Galerías Preciados contaban con varias –muchas- estanterías llenas de juegos de Spectrum y Amstrad. Tanto es así que recuerdo salir del colegio y pasarme tardes enteras paseando por las estanterías de Amstrad, mirando juegos que no me podía comprar, y luego pasarme a las de Spectrum para cagarme en Dios por los juegos que tenían y que no estaban en Amstrad. Después había un par de estanterías con juegos de MSX y alguno de Commodore. Finalmente, solía haber media estantería -ni siquiera una entera- con algunos juegos colgados (eso sí, en sus míticas cajas) de Sega Master System y NES, cada cual con su magnífico precio de 5.000 pesetazas. Y cuando veías el catálogo de Coconut Informática en Micromanía la cosa no mejoraba mucho. Casi todo lo que te podían mandar a casa era de Spectrum, Amstrad, algo de MSX y, como casos aislados, algún cartucho de Master System. Un día, llegabas a casa de tu tío el “cuñao”, ese que veías una vez al año y presumía de tener la casa en las afueras de Madrid y una NES. Te ponía el Mario, obvio, y tú le preguntabas: - ¿Tienes el Army Moves? - No - Pero, puedes crear tus juegos, ¿no? - No. - Pero podrás modificar ese y ponerle vidas infinitas… - No. - Y… ¿cuánto dices que te ha costado ese ordenador? - No es un ordenador. - Ajá… Bienvenidos a la España de los 80. LOS JUEGOS TARDABAN HORAS EN CARGAR Pues, lo cierto, es que tardaban como cinco minutos, no más. Aquí hay que tener varias cosas en cuenta: - Cuando eres niño, el sentido del tiempo es diferente. Un niño no tiene el sentido del tiempo a largo plazo que tenemos los adultos. Para él, esperar tres meses es algo incompresible. No está acostumbrado a esperar tan a largo plazo. Por tanto, teniendo en cuenta el ritmo tan acelerado de vida que tiene un niño, 10 minutos puede convertirse en una tediosa hora. Es, por ese motivo, por el que tus juegos de la infancia son tan importantes. Jugar 20 minutos a ellos lo recuerdas como la experiencia única, porque 20 minutos de tu infancia es algo inigualable, momentos intensísimos. Jugar con 40 años es una mierda porque tu sentido del tiempo se basa en tu hipoteca de 50 años. Ya no es esa experiencia tan vital y única. Ya tienes una medida más real del tiempo. - Las pantallas de carga lo eran todo. Porque nos comprábamos los juegos por las imágenes. No teníamos la información que hay ahora y ver una pantalla en una revista era vital. Por un lado, ver una carátula molona era importantísimo. Veías un dibujo del Maestro Azpiri y ya sabías que te ibas a comprar el juego. Daba igual si era Amstrad o Spectrum. Amstrad tenía sus gráficos y colores originales. Spectrum tenía su mejor resolución y más suave scroll. Y, he aquí, una de esas diferencias de las que quiero hablar. No había ports. No sé quién cojones inventó el término “port”. Ahora se dice como algo despectivo. En los 80 no teníamos ports. Teníamos versiones. Y es verdad. Cuando hablábamos de otro ordenador o veíamos un juego que no nos correspondía no lo veíamos como algo malo. Era simplemente, otra versión. Es que era así. El jugador de Spectrum te dirá que su Navy Moves era la mejor versión. Sin embargo, el jugador de CPC te dirá que su Navy Moves es la mejor versión. CPC Master Race. Obvio. Bueno, aparte de que Dinamic creaba los juegos en CPC y ésta sería la versión original, creo que Sólo tengo algo que decir: CPC MASTER RACE Una de dos; - O los juegos se hacían en Spectrum con una versión monocroma pero con un scroll de suavidad envidiable que no podrías imitar –Bienvenido al mundo del Spectrum- - O puedes tener una versión de Amstrad con un scroll inferior pero con unos colores muy superiores.
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