La Mansión de Los Ángeles donde nadie quiere vivir por sus muertes y desgracias

Una casa de cinco dormitorios y cuatro baños que alguna vez fue majestuosa, ubicada en el 2475 de la calle Glendower Place de Los Ángeles, no ha logrado encontrar residentes permanentes en 60 años debido a una sórdida y aterradora historia plagada de desgracias y muertes. Cambiando de manos repetidamente durante varias décadas, cada nuevo propietario ha terminado dejando la propiedad vacía, incapaz de deshacerse de las terroríficas sombras de su pasado.

Construida en 1925, esta mansión de Los Ángeles de 5000 pies cuadrados se emplazó en el acomodado barrio conocido con el nombre de “Los Feliz Heights”, exclusiva zona inmobiliaria emplazada cerca de las colinas de Hollywood donde vivía gente adinerada con “gusto y discriminación”.

Los primeros propietarios de la casa fueron una pareja adinerada que se mudó a la costa desde Seattle llamada Harold y Florence Schumacher, quienes vivieron en la propiedad durante un breve período. El 1 de julio de 1928 Florence murió en la casa por una enfermedad cardíaca a la edad de 40 años. Harold, de 41 años, murió de neumonía unas pocas semanas después.

Dos años más tarde, un editor de una revista de cine llamado Welford Beaton y su hijo Donald se instalaron a vivir en la casa. Donald pronto quedó postrado en cama, sufriendo una infección causada por una ampolla mientras jugaba tenis; falleció por esta enfermedad en una de las habitaciones de la casa, con tan sólo 21 años. Su padre Welford abandonó la propiedad y se declaró en quiebra al año siguiente.



La casa ubicada en la colina de “Los Feliz Heights” tenía solo 5 años de vida y un recuento de tres muertes, pero la historia apenas estaba comenzando. En 1956 se mudaron a la casa el médico Harold Perelson, su esposa Lillian y sus tres hijos, Judy, Joel y Debbie. Tres años más tarde, los problemas financieros comenzaron a atosigar a la familia, y la práctica médica de Harold se ahogó en deudas, lo que culminaría en una cruenta explosión de violencia.

A las 05.00 de la madrugada del 6 de diciembre de 1959, Harold Perelson asesinó brutalmente a su esposa, Lillian, con un martillo y luego intentó atacar a su hija Judy, de 18 años, mientras dormía.

Los gritos de Judy despertaron a su hermana menor, Debbie, de 11 años de edad, quien más tarde le dijo a la policía que su padre le dijo: “Vuelve a la cama, cariño, esto es sólo una pesadilla”. Su hermano Joel, de 13 años, se despertó también, distrayendo a Harold y dándole a Judy el tiempo suficiente para escapar.

Tras matar a su esposa, Harold Perelson se tumbó en su cama en el segundo piso de la casa, leyó un pasaje del Infierno de “La Divina Comedia” de Dante y se quitó la vida ingiriendo una sobredosis de 31 comprimidos de pentobarbital.

La prensa atribuyó el frenesí asesino de Harold Perelson a sus problemas económicos. Los registros médicos revelarían más tarde que un año antes, Perelson había sido ingresado en el Hospital Temple durante una semana, donde le administraron Thorazine, un fármaco utilizado en aquella época para tratar la esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos.



Un año después del asesinato, la casa fue comprada mediante un proceso testamentario por una pareja mayor llamada Emily y Julián Enríquez, pero ellos jamás habitarían la casa. “Nunca vivieron allí, sólo visitaron el lugar”, declararía la vecina Sherry Lewis al canal CBS News en 2010, agregando que “allí no hay más muebles que los muebles de la sala que pertenecían a la familia Perelson”.

Diversos videos de YouTube dedicados a la historia de la mansión del asesinato de “Los Feliz Heights”, deducen que los nuevos propietarios nunca vivieron en la casa debido a la intensa actividad paranormal que los mantenía alejados. La propiedad pasaría finalmente a manos del hijo de los Enríquez, Rudy, quien viviría allí algunos años antes de mudarse a otro vecindario de Los Ángeles, supuestamente porque la casa era “demasiado grande” para él.

Desde entonces, a pesar de haber cambiado de manos varias veces, la casa ha permanecido vacía durante más de seis décadas, deteriorándose por el paso del tiempo y permaneciendo “maldita”, lo que le valió el apodo de “Mansión del Asesinato de Los Feliz” en los medios estadounidenses.



La famosa abogada norteamericana de televisión Lisa Bloom y su marido Bradsen Pollock comprarían la casa en el 2016 a cambio de 2,28 millones de dólares, pero los vecinos que esperaban que finalmente se pudiera habitar la decrépita propiedad quedaron decepcionados. Después de derribar el interior de la casa hasta los vigas, la pareja nunca completó la renovación planificada debido a problemas con los permisos.

Por entonces, la abogada Lisa Bloom no sólo había perdido una gran cantidad de dinero por la compra de la casa, sino que también se vio envuelta en una controversia por representar al célebre delincuente sexual convicto Harvey Weinstein, lo que manchó su reputación.

El año 2020 la casa fue comprada por el promotor Ephi Zlotnitsky, que canceló por ella 2,35 millones de dólares en 2020. Zlotintsky nunca habló con la prensa sobre la supuesta maldición de la casa, pero parece que permitió entrar a unas pocas persona el 2023, cuando Zak Bagans y su equipo del programa de investigación paranormal “Ghost Adventures” lograron acceder al interior del inmueble. Según relatarían, mientras estaban dentro encontraron una fuerza inusual que los empujó escaleras arriba junto a la ventana arqueada y todos se asustaron.



Zlotnitsky perdería la propiedad por una ejecución hipotecaria después de incumplir el pago de 3,19 millones de dólares tras los intereses acumulados, por lo que se anunció que la casa se vendería en una subasta. Sin embargo, a pesar de las promesas de transformación, incluidos los planos del arquitecto Richard Landry, la mansión no logró atraer compradores y fue retirada del mercado en 2022.

En los últimos años, la famosa mansión de Los Ángeles donde nadie quiere vivir ha ganado un interés renovado, incluido un artículo en la serie de Netflix “Buying Beverly Hills”.

Fuente: Guioteca.