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Siempre hay que estar muy atento a dónde se ponen los pies, porque nunca se sabe qué puede haber (o no haber) en el suelo que uno pisa. Que se lo digan a una clienta de una cafetería belga, que se ha convertido en los últimos días en la protagonista, sin quererlo, de un vídeo que se ha compartido en las redes sociales y que roza las 60.000 visualizaciones en X (antes conocida como Twitter). Las imágenes fueron registradas por la cámara de seguridad instalada junto a la puerta de entrada del local de hostelería el 25 de enero poco antes de las dos de la tarde, pero han salido a la luz recientemente y han causado un gran impacto. En ellas se ve cómo dos trabajadores de la cafetería están subiendo barriles de cerveza y otras bebidas de un almacén al que se accede por una trampilla que tienen abierta en el suelo justo frente a la entrada. La persona que está abajo va pasando el material a una camarera, que lo va colocando junto a la trampilla aprovechando que el local está vacío a esa hora. Pero hay un momento en el que hablan entre ellos y por alguna razón la camarera se marcha tras la barra dejando la trampilla abierta. Como no habían cerrado la puerta de la cafetería para que nadie pudiera entrar ni cubierto la trampilla, ni tan siquiera colocado un aviso de precaución, pasó lo que podía pero no debía pasar. Una mujer cargada con una bolsa empujó la puerta para entrar al interior de la cafetería desde la calle y jamás se le ocurrió pensar que no hubiera suelo al siguiente paso. Así que se aprecia cómo de repente cae por la trampilla abierta y desaparece de la visión, en lo que tuvo que suponer al menos un duro golpe si es que no cayó encima del otro empleado, ya que no se conocen más detalles del estado de la mujer.1 VOTOLa camarera justo se había agachado en el momento en el que la clienta cayó en la trampilla, con lo que no pudo ver nada. Tardó unos segundos en reaccionar, como si no supiera qué había pasado, miró hacia todas las direcciones y finalmente fue directa hacia la trampilla (parece que con una cerveza en la mano), miró hacia abajo y se percató de lo que había sucedido por culpa de su imperdonable imprudencia.