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En teoría, el amor es algo positivo, saludable y que tiene la intención de agregar calidad a la vida de las personas colaborando en el aumento del bienestar y la salud física y emocional. Es a través de este sentimiento que muchas cosas buenas se construyen. Desafortunadamente, a lo largo de la historia ha sucedido mucha destrucción y tragedia en nombre del amor. Romeo y Julieta. Adapación de Shakespeare En primer lugar, debemos aclarar lo que se entiende por amor enfermo (o neurótico). Para Fromm el amor neurótico se distingue por «las falsas concepciones de amor» que llevan a los individuos a desarrollar comportamientos compulsivos y pensamientos obsesivos, así como relaciones llenas de dependencia. Este amor neurótico se desencadena cuando un individuo pone «su vida en las manos de alguien más», pasando a modificar su comportamiento en función del otro. Esto puede comprometer la vida social propia, dado que en muchos casos el individuo que «ama demasiado» tiende a poner su relación amorosa en el centro de su existencia, como si no existiera nada más. Para evitar esa clase de trampa es importante recordar que una relación involucra a más de un individuo, con cosas en comunes y diferencias que deben respetarse, por eso no es adecuado ni saludable dejar de vivir según los principios propios para adoptar los principios ajenos. Eso no es amor, se llama dependencia. Dicha dependencia tiene como rasgos característicos: la ansiedad, el pensamiento obsesivo y los celos patológicos, que pueden definirse como manifestaciones fuera de lugar sobre el control del otro. Algunos pensamientos distorsionados y comportamientos obsesivos caracterizan este padecimiento: Pensamientos: 1. De control: «¿dónde estará?». 2. Lectura mental: «estará pensando en mí?». 3. Inseguridad: «¿me ama de verdad?». 4. Omnipotencia: «debo hacer todo lo que está en mis manos para agradarle». 5. Deducción precipitada: «¿me extrañará?», «no me llamó porqué hice algo mal». 6. Catastrófico: «moriría si no está». 7. Generalización: «lo es todo para mí», «jamás amaré a nadie de la misma forma», «si no está, nada tiene sentido», etc. Comportamientos: 1. Vigilar a la pareja, secreta o abiertamente, en las redes sociales o en la vida real. 2. Exigir a la pareja que mantenga el contacto, incluso cuando eso resulta imposible. 3. Enviar muchos mensajes vía celular, incluso sabiendo que el otro no quiere o no puede responder. 4. Perder la capacidad de tomar iniciativas, delegando al otro la toma de decisiones. 5. Incluso cuando la capacidad de tomar decisiones es conservada, estas se hacen en base a la proximidad o el bienestar del otro. 6. Abandonar los intereses particulares para «vivir solamente para el otro». 7. Distorsionar lo que la pareja hace o dice. Si tú o alguien que conozcas se encuentran en este tipo de relación, sería buena idea buscar ayuda profesional para aprender a amar con más seguridad y buscar relaciones más saludables que puedan vivirse con más alegría y plenitud.1 VOTO
La mayoría de los adolecentes siguen esos patrones de comportamiento en sus relaciones1 VOTO