Los peligros de ser agradable

Hay un lado negativo de ser siempre el chico bueno.


Los has conocido, yo los he conocido, o puedes ser uno de ellos: gente agradable. Siempre dan a los demás el beneficio de la duda, están listos para dar una mano, o ser voluntarios para hacer esa tarea que nadie quiere. Son sensibles a los sentimientos de los demás, es fácil estar cerca de ellos y rara vez discuten. ¿Qué no podría gustarnos?

No mucho, dices. Pero si siempre eres el buen tipo, si es tu personaje público a todas horas, a menudo hay peligros psicológicos que acechan debajo de esa superficie amigable, un inconveniente que puede pasar factura. Aquí están los más comunes:

La internalización

Eres tan bueno, tan relajado todo el tiempo, ¿de verdad? A menos que estés tomando algunos medicamentos importantes y altamente efectivos, probablemente no. Lo que las personas siempre agradables tienden a hacer es internalizar: contener las emociones negativas que emergen naturalmente en el curso de la vida cotidiana. El subproducto de estas abdominales emocionales son a menudo la depresión, ansiedad y adicción.

Estallidos periódicos

Y si la depresión, la ansiedad y la adicción no son lo suficientemente fuertes como para mantener a raya esos sentimientos no educados, es probable que estés en riesgo de explotar con un ligue de una noche, en un viaje de negocios, hacer un atracón, entrar en una rabia como un huracán con tu hijo, tu perro o compañero de trabajo. Parece que salió de la nada, te sientes terriblemente culpable, te disculpas profusamente, prometes nunca hacer eso nunca más. . . hasta que lo haces. Hasta que la presión se acumule, y los gatillos adecuados del estrés te hagan explotar.

Autocrítica

Lo que sucede a largo plazo con ser amable es que es más probable que te culpes a ti mismo que a nadie más: es tu culpa, deberías haber sabido, hiciste algo que hizo que la otra persona actuara de la manera que lo hizo, aunque realmente no tienes idea de lo que eso podría ser. Tienes esta voz crítica y regañadora de sargento/padre que te regaña todo el tiempo, mirando por encima de tu hombro, moviendo su dedo. Bajo tal abuso verbal constante, prometes esforzarte más duro, no arruinar las cosas, ser aún más agradable, pero lo que haces nunca es lo suficientemente bueno; hay culpa, errores e incriminaciones en cada esquina. Es una manera miserable de vivir.

Resentimiento

Una acumulación de resentimiento a menudo puede alimentar la explosión, pero a veces es solo un fuego lento y siempre presente que internalizas junto con todo lo demás. El resentimiento viene, porque tu amabilidad también viene con expectativas - que otros apreciarán tus esfuerzos mártires o seguirán tu ejemplo y serán como tú, siempre poniendo a los demás en primer lugar, tomando acción etc.. — o esperando que se den cuenta de lo que necesitas y te lo den, aunque nunca digas cuáles son esas necesidades.

Desgaste periódico

Si haces todo el trabajo pesado todo el tiempo, eres propenso al colapso periódico. Puede ser agotamiento, o podrías estar enfermando o hundiéndote en las profundidades de la depresión severa. El agotamiento puede sacarte de ese camino por un tiempo, pero una vez que te recuperas, estás rápidamente de nuevo en ello.

Precomprometerte en las relaciones

En lugar de indicar claramente lo que quieres al comienzo de una discusión con alguien, anticipas o asumes lo que a la otra persona le gustaría, y luego reduces tus propias demandas antes de que comience la conversación. Julia probablemente no querría intercambiar todo mi turno del fin de semana, te dices a ti mismo, así que en lugar de preguntarle si puede trabajar todo el fin de semana por ti, le preguntas si puede hacerlo el sábado. Cuando haces este precompromiso todo el tiempo en relaciones cercanas, terminas nunca obteniendo lo que quieres (aunque fantaseas con que la otra persona leerá tu mente y se ofrecerá de todos modos), y en su lugar solo obtienes versiones diluidas que están "bien". Con el tiempo, lo que te queda es una vida diluida.

Parecer controlador o pasivo-agresivo a veces

Otros, especialmente los más cercanos a ti, pueden verte como sutilmente controlador o pasivo-agresivo a veces - porque lo eres. Tu personaje se agrieta un poco, y ejerces presión sutil o culpa para salirte con la tuya, o que te sigan en algo, pero luego actúas de una manera pasivo-agresiva, porque tu infelicidad se filtra.

Relaciones Paralizadas

Tus relaciones cercanas pueden carecer de profundidad. Entre el precompromiso y la internalización, nunca dices lo que realmente quieres y sientes, no estás siendo realmente honesto y emocionalmente íntimo. Y si ambos son agradables, los efectos se multiplican, lo que resulta en una relación sin conflicto pero superficial.

Lamentos de vida posteriores

Esa pobre mujer de 100 años que se arrepintió de comer demasiados frijoles y no suficiente helado. Esa caricatura de la lápida que dice: "se comió toda esa col rizada por nada.” La vida diluida, que nadie te conozca realmente, las millones de oportunidades perdidas para hacer y obtener lo que quieres en lugar de lo que otros querían, puede dejarte con graves remordimientos en la vida.

¿Esto significa que no deberías ser agradable?

Por supuesto que no. Pero hay una diferencia entre una vida impulsada por valores y una impulsada por la ansiedad. Una vida impulsada por los valores sale de tus valores, tus creencias centrales como un adulto de cómo estar con los demás. Eres amable y considerado y ves que todos estamos luchando en este pequeño punto en el vasto universo; tratas a los demás de la manera que te gustaría ser tratado. Lo haces no porque "deberías" o porque te sentirás culpable de lo contrario, sino porque es tu plan de vida.

Pero junto con esto, puedes decir “no”, cuidas de ti mismo tanto como de los demás, eres asertivo y honesto sin ser agresivo e hiriente. La vida es un ganar-ganar tanto como sea posible.

La vida impulsada por la ansiedad, por otro lado, hace que ser agradable sea una forma de manejar la ansiedad. Aprendiste a tomar una buena postura como una forma de evitar conflictos y confrontaciones que no puedes tolerar, una postura que es "estoy feliz si eres feliz", lo que significa que hago lo que tengo que hacer para no molestarte, porque tu molestia me pone ansioso. Aquí no dices que no, no hablas y eres honesto y asertivo, debido a tu propio miedo. Se trata menos de un valor de cómo tratar a las personas y más de un traje psicológico para protegerte de lo que parece ser un mundo aterrador.

Ir cuesta abajo

Si decides que estás de hecho, cansado de ser agradable todo el tiempo, o cansado de absorber alguna o todas estas consecuencias, es hora de dejar de ir en piloto automático y comenzar a hacer elecciones y cambiar algunos de tus comportamientos. Así puedes empezar:

1. Disminuye la velocidad para darte cuenta de cómo te sientes realmente.

Si eres una superestrella siempre agradable, es probable que ni siquiera te des cuenta de cómo te sientes mucho del tiempo. En lugar de levantar rápidamente la mano en la reunión del personal cuando piden voluntarios, toma algunas respiraciones profundas y pregúntate si realmente deseas hacer esto. Lo mismo es cierto acerca de la negociación con tu pareja: detén el precompromiso y averigua lo que realmente quieres. Si no puedes decirlo en ese momento, espera y continúa preguntándote cómo te sientes; algo surgirá eventualmente.

2. Practica decir que no.

No levantar la mano es decir que no, pero quieres practicar hacer esto más activamente: se trata de establecer límites. Si se te pide que formes parte de un comité de la iglesia, por ejemplo, y no quieres, di que no. Mejor aún, sé proactivo y deja que otros sepan dónde estás parado antes de que te lo pidan. Si es demasiado difícil decir no en persona, llama y deja un correo de voz, o envía un mensaje de texto. Solo hazlo.

3. Usa tu ira como información.

Cuando sientas ira, irritación o resentimiento, úsala como información que te dice lo que necesitas, lo que no te gusta, lo que puedes desear. Después, habla.

4. Practica ser más honesto.

La honestidad es esencialmente de lo que se trata el establecimiento de límites, pero la honestidad también es el impulsor de la intimidad. Sal de esa charla superficial y experimenta con conversaciones más profundas - decirles a aquellos cercanos a ti cómo te sientes realmente en lugar de “bien.” Si tu pareja está haciendo lo mismo, vean el problema de la intimidad verbal y la honestidad sobre la mesa como algo que ambos quieren trabajar.

5. Utiliza tus síntomas como herramientas que te hacen saber cuando estás rebasado.

No te limites a barrer el atracón o el agotamiento o la agresividad pasiva debajo de la alfombra, sino utilízalos como señales de alerta de que estás siendo excesivamente responsable, que estás descuidando tus propias necesidades. Es hora no solo de disculparse o recuperarse, sino de hablar una vez más.

6. Evita las voces críticas.

Tus voces críticas se volverán locas a medida que comiences cualquiera de los anteriores. Te sentirás culpable, te sentirás ansioso de que el mundo te desprecie y de que sucedan cosas terribles. Estas son cosas de niños pequeños que se encienden cuando empiezas a romper tus viejos patrones. Da algunas respiraciones profundas, date unas palmaditas y sigue avanzando.

Entonces, ¿estás listo para renunciar a algo de tu amabilidad?



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