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New Dinasty | Saga, rol privado, lo que sea.

Takretm-1212218
Hace 1 año128
[center][spoiler="Theme"]
[/spoiler][/center] [center][/center] Nos encontramos en una ciudad perteneciente a los dominios del Imperio de Aevelin. Una ciudad que antaño perteneció a Seeker, pero que tras la Corrupción, hace más de 500 años, pasó a formar parte de la corona de los van Rhamis. Tras la derrota de estos últimos y, una vez se hizo el reparto entre las naciones más fuertes de por entonces, la ciudad se adjudicó a los Kyler. Pero era una ciudad difícil de gobernar, puesto que, tras el dominio de Seeker y sus semejanzas con la Ciudad de Paso que el susodicho pervirtió, era un lugar activamente criminal. Incluso la propia CSSH tenía problemas para mantener el orden y la ley en el sitio. Tras todos los problemas se llegó a la conclusión con los grandes jefes criminales de la ciudad de que mientras sus actividades delictivas no llegasen a las otras ciudades, se dejaría esta en paz. Sonaba estúpido, pero la mayor parte del tiempo ha funcionado. Estos jefes controlan que nada llegue afectar a otras ciudades, y cuando esto pasa, la CSSH si logra mantenerlos a rayas. Aunque claro, todo esto es solo otra forma más de corrupción política. Esta ciudad era conocida como... [center][SIZE=23][COLOR=#4BF607][b]Los Bajos de Arfuelles.[/b][/COLOR][/SIZE] [/center] — [color=#C5C794][b]Joder, la gente está bastante agitada estos días.[/b][/color] — comentaba un chico de pelo rubio que iba caminando por sus calles. Podía observar algo de revuelo, seguramente hubiese llegado nueva mercancía poco lícita que necesitaban descargar cuanto antes. Miro su comunicador, a él no lo habían llamado para currar ese día, así que descartó que fuese una entrega realmente importante. Kailem era un mercenario o guardaespaldas. Según el trabajo que le tocase desempeñar. A veces también se encargaba de la vigilancia de aquellos que descargaban la mercancía, más que para proteger a estos, era para proteger la mercancía de estos. [center][/center] Entonces comenzó a escuchar más gritos, cosa que le hizo girar su cabeza en dirección a aquel griterío. De pronto una estampida de gente pobre, drogadictos, niños y mujeres, corría hacía el, chocándose algunos con este. Entonces, de pronto, solo vio sangre. A su alrededor podía ver la ciudad en ruinas y multitud de gente aniquilada, tanto infantes como adultos. Y, en ella, un gran silencio. Sin los gritos de antes. Y tras ello, volvió a ver todo con normalidad. La ciudad seguía en pie y la gente seguía huyendo. Algunos criminales corrían a contracorriente para acudir hacia lo que estaba causando esa estampida, y Kailem no fue menos. Comenzó a ir hacia aquello que causaba el tumulto de gente asustada, tal vez aquello que logró ver no era más que un presagio de lo que podía ocurrir si no actuaba contra aquello que estaba creando histeria. Podía escuchar incluso disparos a medida que se acercaba, llegando a una plaza cuyo suelo había sido levantado por el impacto de lo que fuese que hubiese llegado al lugar. — [color=#C5C794][b]¿Qué carajo...?[/b][/color] — decía, observando lo que tenía en frente.
3 VOTOS
Takretm-1212218
Hace 1 año129
[center][size=20]— [color=darkblue][b][i]Qué decepción.[/i][/b][/color] — [/size]

[/center]

[center][spoiler="Theme"]
[/spoiler][/center] [center][size=20][i]Lugar desconocido.[/i][/size][/center] Un lugar muerto. Un sitio helado. Si un objeto inanimado carecía de vida, en aquel lugar las ruinas estaban incluso aún más muertas. El único sonido que llenó por unos instantes el silencio de aquel sitio fantasma fue la voz de aquella chica. Caminaba entre los escombros del lugar, contemplando como el pasar de los años había arrasado con lo que allí se había alzado antes. Se detuvo, agarrando un medallón que allí estaba, el cual portaba el símbolo de la familia que había levantado ese hogar. — [color=darkblue][b]Es una auténtica pena en qué ha derivado tu recuerdo...[/b][/color] — decía, dejando caer el medallón y centrando su atención en un cuadro desgarrado que aún logró mantenerse en pie. Al menos, parte de él. La escarcha lo cubría, por lo que de un movimiento, aquella mujer la retiró como si nada, dejando ver la pintura de un grupo de gente reunida, recordando tiempos mejores. Su atención se centró en la silueta que estaba desquebrajada, más que por el paso del tiempo, por pura furia. Alguien había destrozado ese cuadro a propósito. La chica posó su mano en aquella pintura, dejando escapar un suspiro. — [color=darkblue][b]Ahora vuestro nombre pertenece a unos salvajes en ciudades rodantes...[/b][/color] — decía, más triste que enfurecida. — [color=darkblue][b]Ni siquiera recuerdan tu nombre...[/b][/color] — — [color=crimson][b]¿Has venido hasta aquí solo para lamentarte y rememorar tiempos que no llegaste siquiera a ver?[/b][/color] — decía un hombre de gran altura desde la oscuridad, cruzando sus brazos. — [color=crimson][b]Si lo llego a saber, no te hubiese sacado de aquel Vacío en el que te encontré.[/b][/color] — esbozó una sonrisa un tanto tenebrosa, la cual se le borró en cuanto la chica se giró, dirigiéndole una mirada afilada, pero helada. — [color=crimson][b]Heh... qué carácter.[/b][/color] — — [color=darkblue][b]He pasado fuera... ¿cuánto? ¿400, 450 años?[/b][/color] — decía, observando aquella pintura. [right]— [color=crimson][b]477 años.[/b][/color] — [/right] [left]— [color=darkblue][b]Eso es demasiado.[/b][/color] — [/left] [right]— [color=crimson][b]Depende de a quién se lo preguntes.[/b][/color] — [/right] — [color=darkblue][b]Ha sido el suficiente tiempo para que lo que mi madre construyó se haya perdido completamente en la historia. Nadie recuerda mi sangre, y lo que pudo haber construido ha sido pervertido en manos ajenas. Me he pasado demasiado tiempo en la Nada...[/b][/color] — dijo, observando de reojo a la oscura figura. [center][/center] — [color=crimson][b]Oh, querida, pero ha sido suficiente tiempo para perfeccionar tus dones... has sido una alumna brillante. Tienes más a tu alcance que banales títulos o entradas en libros de historia.[/b][/color] — comentaba, algo divertido por la situación. — [color=crimson][b]Deberías venir a nuestra pequeña organización, ahora que te he enseñado lo suficiente serías una gran incorporación... eres, al fin y al cabo, mi mejor proyecto hasta la fecha. Para nosotros, el tiempo no existe, chiquilla...[/b][/color] — — [color=darkblue][b]Me uniré a su debido tiempo, tengo aún mis propias motivaciones antes de unirme a tu pequeño grupo de fenómenos inadaptados.[/b][/color] — el ser rio ante las palabras de la chica, haciendo que esta frunciese el ceño. — [color=darkblue][b]Quiero recuperar lo que es mío y honrar la memoria de mi madre, aquella a la que arrebataron todo. Por culpa de ello tuve la infancia que tuve...[/b][/color] — suspiró, dando la espalda a su acompañante y viendo el derruido trono que allí estaba. — [color=darkblue][b]Por culpa de todo eso es que te conocí a ti.[/b][/color] — — [color=crimson][b]Qué palabras más hirientes...[/b][/color] — dijo, manteniendo su sonrisa y caminando a su alrededor, paseándose por la sala. — [color=crimson][b]Está bien, te dejaré jugar un rato con este patético mundo. Te recomendaría buscar adeptos a tu... ¿causa? Aunque todos tienen su fidelidad ya enlazada con una bandera.[/b][/color] — — [color=darkblue][b]No necesito un ejército.[/b][/color] — dijo, observando su espada, la cual se imbuía en una escarcha rojiza. — [color=darkblue][b]Tengo a...[/b][/color] — de pronto recibió una fuerte bofetada, la cual la dejó callada y con una cara de estupefacción. — [color=crimson][b]Silencio, niña.[/b][/color] — dijo, en un tono más serio. — [color=crimson][b]Aún no estás preparada para echarte encima a todo un universo, ni siquiera aún con tus poderes adquiridos del Caos. Si te haces ver como la mayor amenaza del mundo, tendrás a todos contra ti. Debes hacer de esta causa algo más político, gánate aliados y seguidores. Es mejor eso que estar tú sola contra todos, y hasta donde sé, la Bruja aún existe en este tiempo. Que tus poderes, inestables, choquen con los suyos, provocaría una catástrofe que ni la propia Organización XIII podría prevenir.[/b][/color] — entonces creó una imagen proyectada frente a ellos mostrando a un grupo de gente; los Varangios. — [color=crimson][b]Llevamos un tiempo teniéndoles un ojo encima, van de dimensión en dimensión, y tienes la suerte de que se han asentado aquí, en Broken Core en estos tiempos. Son un pueblo libre, más civilizados que los otros. Se guían por pura lealtad y respeto, tal vez debas empezar por ellos. Quién sabe, lo mismo hasta te hacen llamar su reina.[/b][/color] — un portal se abrió a su espalda, caminando hacia este. — [color=crimson][b]Cuando acabes, ven con nosotros. Te tendré que presentar ante los demás...[/b][/color] — y desapareció. La misteriosa chica se quedó sola, pensativa ante el silencio. Tendría que ir con los Varangios. Se quedó observando la imagen de aquel grupo, totalmente pensativa. La lluvia comenzó a caer, colándose por las grandes partes que faltaban de techo. [center]— [color=darkblue][b]Madre...[/b][/color] [/center] [right][color=darkblue][b]Donde estés, no te preocupes por mi.[/b][/color] [/right] [center][size=22]— [color=darkblue][b]Crisa me protegerá.[/b][/color][/size] [/center]
4 VOTOS
Elena-elenita7890Hace 1 año130
[center][/center]

[center][size=21][b]Insolente[/size][/b][/center]

[center][i]Cuando ellos bajan la cabeza, el mundo bajo su mirada se estremece.[/i][/center]

[center][/center]

[Left][I][color=red]Tengo que tener un porte intachable, cuidar todo lo que digo, y blindar todo lo que hago.
Nadie puede creer que voy a fracasar, o sino me atacaran.[/color][/i][/left]

[center][i][color=pink]Pero te quieren así.[/color][/i][/center]

[right][i][color=red]Escucha Ozara,
dicen que todos me quieren, pero la realidad es que nadie quiere a los poderosos. 
Este mundo tan solo está lleno de gente que quiere vernos fracasar.[/color][/i][/right]

[center][color=pink][i]No, no eres simplemente poderosa. Eres la única persona que he conocido que cuanto más tiene, menos quiere y más pereza le da. No me importa si eso es lo mejor, para mí está bien.[/color][/i][/center]

[center][b][size=21].
.
.[/size][/b][/center]

[center][/center]

Una espinosa oleada de anticipación rodó por encima de mi piel. Ya lo sospechaba. La calma no dura demasiado. Siempre había temido a las tormentas que venían tras ella. Desde que había sobrevivido a la última. Ese miedo alimentaba mi odio. Y eso era lo más peligroso de todo.  

Un relámpago iluminó el cielo por encima de nosotros. Un trueno retumbó y su eco rebotó entre las piedras del desfiladero, cuando una repentina agonía alanceó mi corazón. Aflojé el control de mis sentidos y luego lo rompí en mil pedazos. Fue como si una fisura se hubiese abierto de par en par en mi interior mientras un calor húmedo resbalaba por mi sien. 

Las palabras siempre me habían dado igual. Era lo que percibía de ellos lo que siempre me golpeaba con más fuerza. La ira y el odio se estrellaban contra mí. Iba a perder la respiración. Algo rojo salpicó contra el suelo que se hacía añicos bajo el recién llegado cuando levanté la mirada. Otra gota se unió a la primera, se filtraron entre las grietas. Cayó otro goterón carmesí, y otro, este más lejos de mí. Era sangre. Pero no era mía. Ni de él. Ni de Egan. Caía de arriba. Los cielos sangraban. 

Levanté la cabeza aún más para ver sangre caer como lluvia de la nube de tono carmesí que se extendía por encima nuestra. Salpicaba el marrón del suelo, empezaba a empapar mi ropa y tiñó mi rubio cabello. 

[center][i]Insolente. Los Dioses miran. 

Baja la cabeza.[/i][/center]

[left][/left]

[right][/right]

Quizás los Dioses estaban enfadados. El murmullo en mi sangre aumentó cuando sonreí ante la idea. La vibración en mi piel se intensificó, y esa antigua sensación de sabiduría brotó de lo mas hondo del dolor que había enterrado. Las cuerdas que con tanta claridad a veces veía brotaron de mi interior para conectarme con todo. Me había ido apropiando de todo el odio ardiente y la aversión abrasadora, la amargura ácida y la sed de venganza, después de años, décadas, siglos de dolor inflingido. Metí todos esos sentimientos en mi interior, dejé que inundaran cada vena, cada célula, hasta que me asfixiaran. Hasta que saboreé la sangre, hasta que me ahogué en ella. 

[center]Hasta que noté el sabor de la [i]muerte[/i].

Y era dulce.[/center]

Un resplandor apagado aparecía entre mis dedos y asomaba entre mi pelo, antes de extenderse por encima de mis manos. Era un resplandor plateado que irradiaba por debajo de las mangas de mi camisa. Como luz de luna. Entonces la piedra tembló bajo el carromato cuando lo que parecían unas raíces aparecieron por ella, finas como frágiles venas, y empezaron a reptar por él, sosteniéndolo sobre sí mismo por el camino a pesar del incidente.

Las cuerdas que siempre habían sido invisibles y me unían a todo, se iluminaron de color plateado, y de pronto eran visibles no solo para mis ojos, sino también para los suyos, durante lo que resultó ser poco más que una fracción de segundo. El verde de mis ojos se fue perdiendo mientras mis pupilas se convertían en poco más que una rendija y el resplandor plateado se abría paso por ella como esquirlas. Respiré profundo. Respiré tan fuerte que mis pulmones emitieron un quejido. 

Un resplandor de luz de luna brotó de mi interior, se extendió por la piedra y rieló por el aire cargado de electricidad mientras me ponía en mi pie y detenía el carromato abruptamente antes de chocarnos contra el desconocido. Los truenos que retumbaban sin cesar, sacudieron el carromato sobre sí mismo mientras las cuerdas que me conectaban a todos ellos se contraían sobre el látigo que nos unía a nuestro persecutor. Todo el odio, la aversión, la amargura y la venganza se intensificaron, se triplicaron, y luego estallaron desde mi interior, recorrieron esas cuerdas y el látigo y encontraron el camino de vuelta a casa hacia Michael. Hicieron explotar el látigo sobre sí mismo cuando su propia vileza volvía a él. 

[center][i][size=12]Si seguía... 
Si les devolvía todo...
a todos ellos...
Todo aquél odio.
Observaría como se agarraban la cabeza,
como se retorcían y sufrían espasmos,
gritando,
aullando,
hasta que los huesos de sus gargantas se hundieran sobre sí mismos,
bajo el peso de su desprecio.

Y después... Nada. 
No quedaría nada más. 
Silencio dentro y fuera de mí, 
vacía de nuevo,
ningún odio, ni ira, ni dolor. 
Vacía y fría.[/size]

Bendita.[/i][/center]

[center][/center]

Aspiré una bocanada de aire y me columpié sobre mis pies mientras las cuerdas plateadas chisporroteaban y siseaban hasta desaparecer. Tenía que tranquilizarme, demasiadas emociones fuertes me hacían perder la humanidad. Qué ironía. Opté por observar cómo las patatas no habían sobrevivido a nuestra desafortunada catástrofe. Había detenido el carro demasiado deprisa como para que lo hubieran hecho. Y seguramente de haber tardado unos segundos más, nos habríamos visto abocados hacia un choque inminente o hacia una caída desastrosa. Al menos, a pesar del desgaste que habían sufrido las ruedas y el pobre carnero, esas habían sido las perdidas mas lamentables. Y las patatas. En realidad la mayoría de las cosas que portaba el carro habían salido rodando. 

La lluvia había amainado y luego había parado. Ya solo quedaban charcos rosáceos en el suelo como recordatorio. Me pasé la mano por la cara negando con la cabeza mientras observaba por entre mis dedos al desconocido. Los Dioses no estaban enfadados. No. Cuando los Dioses miraban hacia abajo y no para sí mismos, es porque tenían miedo. Los Dioses quieren buscar que es lo que tanto les aterra a los humanos. 

Los Dioses quieren saber, quién es el insolente humano que ha llevado su mirada demasiado arriba. 

[center][i]Corre, es ahora o nunca. Alza la mirada. 
Que los Dioses están mirando.[/i][/center]

[center][b][color=pink]Joder.[/color][/b][/center]

[center][b][color=pink]¿Sobrehumanos? 
Menuda mierda de nombre.
Somos enérgicos deambulantes que quieren seguir su camino. 
Podemos ofrecerte.... ¿lechugas? Si nos dejas pasar. 
Y sino...
[/color][/b][/center]

No había conseguido con mucho éxito quitarme los restos de la sangre de la cara cuando clavé mis pupilas en él. De pie, sobre la madera del carromato, apoyada una mano sobre el hombro de Egan. Como queriendo dar una seguridad que en realidad tampoco es que tuviera. Creía de hecho que se me estaba olvidando algo. Mmm... Vantis estaría bien. ¿Y ellos? No, no era eso. ¿Qué era? ¿Cómo era?

[center]Ah. Cómo se pedía. 

[b][color=pink]Por favor. 
Queremos continuar nuestro camino.
[/color][/b][/center]

[center][/center]
4 VOTOS
Xhepher6734Hace 1 año131
Tres hombres se sentaban en circulo en una mesa pequeña. En silencio, en calma. Jugaban a las cartas, apostaban dinero real, pequeñas piezas de oro y diamante. Dos de ellos procedían de una región distinta, con monedas diferentes, por lo que en ese tipo de juegos de apuestas era común recurrir a piedras preciosas como forma de contentar a todos los participantes. El juego estaba muy avanzado. Las cartas dibujaban un escenario, un teatro, incluso. Veamos a su actor principal.

[center][/center]

— [b][color=#246A0B]No sé jugar a las cartas.[/b][/color]

Los otros dos pusieron los ojos en blanco, posándole la mirada.

— [b][color=#B87333]Shura, ¿qué dices?[/color][/b]

— [b][color=#246A0B]Llevo todo este tiempo improvisando. No sé ni a qué estamos jugando.[/b][/color]

— [b][color=#B87333]¿Me estás vacilando?[/color][/b]

— [b][color=#246A0B]Vasil, lo único que hacía era contar al pito pito gorgorito qué carta poner sobre la mesa y luego esperaba a que tú dijeses si había ganado o no.[/b][/color]

— [b][color=#B87333]¡Llevamos tres horas jugando a esto![/color][/b]

— [b][color=#246A0B]Lo sé, me sorprende haber durado tanto.[/b][/color]

El tercer hombre dijo algo, pero Shura no le escuchó porque aquella persona iba a estar muerta dentro de tres minutos, así que daba igual lo que dijese.

— [b][color=#B87333]No te voy a devolver el dinero que has perdido.[/color][/b]

— [b][color=#246A0B]Me da igual, luego vas a ser tú quien pague la posada.[/b][/color]

El muerto volvió a hablar, y Shura se asustó. Entonces recordó que aún no le había matado. Aun así, de nuevo, no escuchó lo que tuvo que decir. Se limitó a hacer un gesto con la cabeza a Vasil. Este último suspiro, se levantó y se recolocó la máscara.

— [b][color=#246A0B]En fin, ha sido una velada muy agradable, pero se ha hecho mediodía y tus guardias están rotando ahora mismo, así que podemos dejar esta farsa y terminar el trabajo.[/b][/color]

[center]

[i][b]Sus brazos se alzan y me asfixian con una fuerza solo concedida por la furia

allá, desde las profundidades del infierno a las que les he arrastrado

y me he olvidado como era respirar[/b][/i][/center]

Shura y Vasil salieron del edificio. Como calcularon, los guardias que empezaban el nuevo turno aún no habían llegado. Se limpió las manos en el pantalón, de verde muy oscuro, perfecto para tapar las manchas de sangre. Se había acostumbrado a vestir muy oscuro en tiempos recientes. Siempre le gustaron los colores chillones, le encantaba destacar allí donde fuese. Ahora eso era una vergüenza y debía evitarlo a toda costa.

— [b][color=#B87333]Ahora no podrá continuar financiando a los opositores de Aurelian en esta región. Estoy seguro de que el Mariscal podrá traer un contingente de lealistas a Aurelian y establecer nueva influencia en la zona.[/color][/b]

— [b][color=#246A0B]Vasil, me importa una mierda.[/b][/color]

[center][/center]

Los [b]Bajos de Arfuelles[/b] era la última de una sucesión rápida de ciudades que Shura había visitado en busca de sus muchos, muchísimos objetivos. Cuando puede, prefiere recurrir al combate directo y menos [i]discreto[/i]. Considera el campo de batalla una vía más honorable de matar a sus enemigos, en vez de con puñaladas en la espalda. 

Pero cuando se esconden como ratas en las ciudades, recurrir a destruir el lugar deja de ser una opción viable. En tiempos recientes, se había forzado a matar a mucha gente de forma [i]discreta[/i]. Ya casi no pensaba en ello. Le asfixia. Lo considera una tarea tediosa que debe llevar a cabo mientras se asfixia.

— [b][color=#B87333]Shura, ¿estás bien? Te noto pálido.[/color][/b]

— [b][color=#246A0B]Debería llevar una de tus putas máscaras a ver si así dejas de decirme que me notas pálido todo el rato.[/b][/color]

— [b][color=#B87333]Eh, siempre te burlas, pero muchos guerreros de la Orden llevan máscara aparte de mí. Nos queda bien, demuestra que somos soldados incluso sin llevar un uniforme o bandera oficial. Pero a ti no te quedaría bien, no tienes la postura de un guerrero.[/color][/b]

— [b][color=#246A0B]La postura de guerrero, tócate los huevos.[/b][/color]

Fue ese día, en aquel lugar, mientras mantenían una conversación trivial, que escucharon los primeros disparos provenientes de una plaza frente a ellos. Vasil mostró predisposición a darse media vuelta para alejarse de los inminentes problemas, pero Shura le agarró por el brazo. No dijo nada, ni siquiera le dirigió la mirada, pero caminó hacia delante, y Vasil, acostumbrado a que la curiosidad de Shura sacase lo peor de los dos, siguió a su amigo.
EDITADO EL 19-03-2023 / 18:43 (EDITADO 2 VECES)
4 VOTOS
Elena-elenita7890Hace 1 año132
[center][/center]

[center][size=21][b]Sacramento[/size][/b][/center]

[center][/center]

[center][i]Nadie sabe cuantos éramos antes del inicio. 
Cuando volví a nacer éramos trece. 
Los últimos primigenios. 
Una existencia tan insólita que nos llamaron aberrantes. 
Tan incomprensible. 

Pero no fueron ellos los que acabaron con nosotros.
Ellos solos nos pusieron nombre.
Yo le puse el adjetivo.

Para cuando acabé con todos, 
me llamaban Emperatriz. 

Pero hubo un tiempo anterior, 
en el que fui la Última. 
La Última Aberrante Primigenia. 
La Última Primigenia de la Vida. 

La Última Primigenia, de nada.[/i][/center]

[center][/center]

[left][size=12]Primigenia.[/size][/left]

[right][size=12]Diosa.[/size][/right]

[center][size=12]Aberrante.[/size][/center]

[left][i]Vagué por la tierra desdichada, pecadora de actos incometidos.  
Dudosa de mi propia honestidad, seguidora de los deberías que en deber nunca quedaron.  
Junto a mi culpable conciencia caminé, 
por los senderos de la deshonra que jamás me importaron.
Hasta que entendí que no habría final en el que alguien me esperase. 
Siquiera la muerte.[/i][/left]

[right][I]Lo tuve todo.
Y cuanto más lo tuve más lo quise. 
No fue suficiente. 
Nunca lo sería.[/i][/right]

[center]En qué cabeza cabe, como podría una existencia tan eterna,
simplemente...
simplemente contentarse.[/center]

[center][/center]

Entre todos esos universos, entre todos esos mundos, entre todas esas personas. Con tantas vidas por tener, con tanto por abarcar, ¿con tan poco? Cómo podría algo tan divino no tenerlo todo. Cómo podrían no adorarme todos los reinos que me vieron nacer. Como pudieron siquiera osar querer escuchar mi voz. Cómo pudieron soportarlo. 

En lo alto de las blancas prístinas escaleras se posicionó aquel trono labrado en sangre. Necesitabas elevar la mirada para hacer contacto visual. Si es que eras capaz. Aquel desnivel solo le hacia parecer aún más imponente. En ese entonces mi poder era palpable sin siquiera entrar en la sala y una vez en ella invadía hasta el ultimo resquicio. La imperante esencia de mi fuerza resultaba embriagadora y obnubilaba los sentidos sin oposición. Por aquél entonces infinidad de leyendas ya hablaban de mí con demasiados nombres para recordarlos. Y también, incluso entonces, yo ya no era lo que prometían las leyendas. Poco quedaba en mi de aquellas narraciones. Tan solo, unos iris blanquecinos que me conferían un aspecto casi irreal. 

Y así se sucedieron infinidad de castillos que acabarían mostrando su polvo con el ocaso del sol. Al final, entre todo eso solo hubo un frio trono, e innumerables salas de soledad. Incluso ahora, que se llenan de estatuas que imitan mi rostro, que las adornan cuadros en mi honor, que la gente vitorea mi nombre, que soy odiada y también amada por todos aquellos que alguna vez conocieron mi nombre. 

[center][i]¿Dónde quedó el honor en esta existencia?[/i][/center]

[center][/center]

[center][b][color=red]¿Honor?[/color][/b][/center]

Y mi voz sonó demasiado nítida para parecer mortal. Inundó la sala y pareció asentarse en ella como un peso sobre nuestros hombros. Abrí los ojos tan lentamente que podría haber llegado a pensar que me pesaban las pestañas. La falda de mi impoluto vestido ondeaba como movida por una brisa de viento que era del todo inexistente. 

En realidad, viendo otra vez desde tan cerca mi estatua ahí postrada, creo que nunca nos parecimos. Como nunca me parecí a todos esos poderosos con los que me comparaban. Como mi figura nunca llegó a rozar la divinidad de la que todos hablaban. 

[b][color=red]- Puede que seas de las pocas personas que quedan que lo piense de verdad. Quizás tú genuina buena intención e inocencia nos honre más que mi mera presencia.[/color][/b] 

[center][i]Aaah, desventurados los que se crean las historias de grandeza.

Ahora lo recuerdo. 
Cuando miré a la muerte por decimotercera vez, 
doce eran nuestros sacramentos, doce fueron mis pecados para entonces. 

Solo un primigenio podía matar a otro primigenio.
Solo una Diosa habría matado a otro primigenio.
Solo una aberrante habría matado a todos los primigenios.
Para cuando la muerte y yo nos vimos por decimotercera vez,
solo ella y yo supimos que sería la última vez que lo haría acompañada.

Que sería la ultima vez que nos tocaríamos. 
[/i][/center]

[center][/center]

[b][color=red]- No hay lugar prohibido en estas torres. No hay tampoco lugar sagrado en ellas. Y en realidad, puedes llamarme como quieras. Ha sido bastante descortés por mi parte presentarme así.-[/color][/b] Este sitio son solo recuerdos. Recuerdos de guerras que se libraron en el infinito y más allá por la autoridad y la libertad. 

[b][color=red]- Hace millones de años me llamaban Primigenia, la Primigenia de la Vida. Luego me llamaron Diosa. Durante un tiempo me llamaron Aberrante, a veces incluso abominación. También tuve la gloriosa gracia de que me apodaran con mayúsculas El mal. Aquí me han llamado Emperatriz, Emperatriz de las palabras, Emperatriz Madre, Sezerkhan, Sezerkhan la Blanca. Y quién sabe qué más me llamarán los que hablan de mí a escondidas.[/color][/b]

Pero mi verdadero nombre nunca fue primigenia de la vida. Soy la Primigenia del principio y del final. De los principios y los finales. Veré nacer y morir, no solo este mundo, sino todos los que existan. Moriré y viviré, no solo esta vida, sino todas las que están por venir. Existí antes de que los universos existieran, antes de que la mismísima existencia fuera tangible. 

Existí antes que la existencia. Valga la redundancia.

[left][i]Qué arrogante.[/i][/left] [right][i]Qué existencia más arrogante.[/i][/right] 

[center][i]Osar estar por encima de todo.
Cómo osar.
Del propio inicio y del mismísimo final.[/i][/center] 

Quizás por eso me llamaron Diosa, Diosa de la vida y de la muerte. Diosa del hombre común. Diosa de dioses. Pero no fui nunca una Diosa. Solo fui una existencia inexplicable, y en el fondo, aberrante. Que en mi divinidad impuesta, preferí renunciar a todo. 

[b][color=red]- Y sí. He venido por ti. ¿Quieres que te escuche no? -[/color][/b] Ahora sonrío. Y no lo hago por devolverte la sonrisa. Lo hago porque quizás me olvidé de algo que realmente estuve buscando durante todo este tiempo. Desde antes de que todas esas leyendas me cansasen, desde antes de que no me importara si me odiaban o me querían. Me olvidé porque siempre creí y siempre me dijeron que aquellos poderosos podían tenerlo todo. Podían desearlo todo, y ellos mismos eran objeto de deseo. Entonces, ¿porqué ya no quiero nada de eso? 

Me dejé caer de lo alto, y fue como si la gravedad me sostuviera en el aire gracilmente, hasta situarme en el suelo con suma delicadeza. 

[b][color=red]- Pero lo siento, realmente no soy ninguna Diosa. Y aunque me sienta halagada, no concedo deseos. Yo te escucharé y a cambio, tu me escucharás.[/color][/b]

Puede que fuera eso. Yo nunca temí la soledad, porque siempre había estado sola. Hasta que un día de repente, me di cuenta de que me sentía acompañada. Y desde entonces, empecé a buscar algo que hasta ese día no creía que me faltase. 

[center]Porque a los poderosos no les falta nada.
Lo poderosos no esperan, poseen.
Decían[/center]

 [center][b][color=red]Pero no te engañaré Eleonore.
Tu no sabías que me encontrarías.
Y sin embargo yo, te he estado esperando.[/color][/b][/center]

[center][/center]
EDITADO EL 20-03-2023 / 01:25 (EDITADO 1 VEZ)
2 VOTOS
Xhepher6734Hace 1 año133
[center]

[b][i][size=13]Constatada está la fascinación de los humanos hacia los Dioses

¿Pero cuando fue la última vez que alguien señaló 
la obsesión de los Dioses con los humanos?

No pueden vivir sin nosotros. Nosotros sin ellos, sí

Sigue rezando, Sigmund, porque ellos nunca dejarán de observarte
Gobernamos sobre el cielo
Y no es para tanto[/size][/i][/b][/center]

[b][i]En la Crisálida, capital de Aurelia[/i][/b]

Sigmund "[i]El Sabio[/i]" observó con una mirada cansada como el príncipe Kiath abandonaba los aposentos. Sin relajar su compostura, dejó que su mente se relajase ligeramente. Había apostado demasiado a la alianza con Aurelia, y llevar a cabo planes tan arriesgados no era algo común en él. Le gustaba razonar que aquella aversión al riesgo no era porque estuviese envejeciendo, aunque se engañaba a sí mismo al pensar que sus 60 años no pesaban sobre él.

El autoproclamado Gran Maestre se imaginaba a sí mismo hacía unos meses terminando su labor en la Orden, retirándose tras acumular suficiente riquezas para vivir cómodamente el resto de su vida, y esforzarse por llevar a cabo una jubilación gratificante que le hiciese olvidar los arrepentimientos de una vida infructuosa.

Pero Sigmund entendió, en aquellos confusos primeros días cuando Aurelian desapareció y el vacío de poder golpeó la Orden, que nunca podría resignarse a ningún remordimiento. Que lucharía hasta el final de sus días por unos ideales absurdos incluso para los jóvenes más idealistas, y que moriría intentándolo o directamente fracasando.

Y aun así, comprendió que solo de esa forma podría ser genuinamente feliz.

[center][/center]

Otto olvidó la última vez que durmió más de 4 horas. Habían pasado un tiempo desde que la Orden se asentase en la Crisálida y con no poco esfuerzos habían acomodado a las decenas de miles de tropas. Una parte significante había sido incorporada a los ejércitos de los Kiath, una cantidad muy superior de lo que la Orden había movilizado jamás para un simple "contrato de alianza".


[right][i]Habían acabado los días sencillos 
de mercenarios sencillos
levantad las armas, nobles guerreros
que por primera vez pelearéis por algo más que dinero[/i][/right]

Sin embargo no era aquellas circunstancias especiales la fuente de su estrés. El problema era que debía de administrarlo todo él solo. Su personalidad perfeccionista y controladora le impulsaba a micro-gestionar absolutamente cualquier detalle, para detrimento de los hombres y mujeres que Sigmund ponía a disposición de Otto. Estos aprendieron rápidamente que la mejor forma de contentar al Senescal del Gran Maestre era asintiendo a todo y no incomodarle en demasía.

— [b][color=#808000]Otto, amigo mío, ¿quién es ese tal Vantis del que me habló Sir Jhaos?[/color][/b]

Le preguntó Sigmund, de imprevisto, mientras supervisaban un ejercicio de entrenamiento de las tropas.

— [b][color=#808000]Sir Jhaos mencionó a Vantis. Explicó que había realizado encuentros diplomáticos indebidos. Lo he investigado y no se pidió permiso ni se registró tales reuniones. Es el embajador de la Lucera, ¿cierto? Pero se ha marchado de la Lucera y ha dejado a una sustituta. Estoy seguro de que sabes de lo que hablo. Siempre lo sabes todo.[/color][/b]

Otto no sabía nada. Ese era su problema. Sigmund sabía perfectamente lo que hacer y cuando hacerlo, qué decir y cuando decirlo. Pero a él se le escapaban las cosas, no podía sujetar nada, se le escurría entre los dedos. Era un hombre controlador porque sentía que si relajaba el pulso por un instante, la entropía del universo destruiría todos sus esfuerzos inmediatamente.

— [b][color=Sienna]Es a quien le he asignado "la misión", Gran Maestre. Considero que tiene margen para actuar con libertad, por muy excéntricos que sean sus métodos, mientras esté en curso su tan importante trabajo.[/color][/b]

Por supuesto que eso era una excusa que se había preparado hacía días, cuando Jhaos mencionó a Vantis por primera vez. Jamás habría podido improvisar algo así en el momento, fingiendo tener la situación bajo control. Él no fingía, debía controlarlo de verdad. Pero, ¿por qué era una excusa? Era completamente cierto que Vantis tenía una misión tan extremadamente particular que era imposible no actuar de forma extraña. ¿A que venía esa necesidad casi paternal de proteger a aquel chico, que seguramente le odiaba con toda su alma?

[center]La [b]nostalgia[/b] hacía a los hombres 
hacer [b]cosas estúpidas[/b].[/center]

— [b][color=Sienna]No me gusta la opulencia de la Crisálida.[/color][/b] — Comentó una vez el senescal, mientras pasaba una noche relajándose en la taberna con unos pocos hombres de Sigmund. — [b][color=Sienna]Tiene un ... algo, ¿entiendes? Odane es copioso, pero humilde. No es contradictorio, si has vivido allí lo entiendes. La ciudad es rica, pero no presume de ello. Aquí todos presumen de ser ricos. No Odane, allí todos somos humildes. Y ricos.[/color][/b]

[center]La [b]nostalgia[/b] también hacía a los hombres
decir [b]cosas estúpidas[/b].[/center]

[center][/center]

Estos no eran [b]Vikars[/b] normales. Tenían armaduras nuevas, relucientes incluso detrás de la sangre seca que manchaba el hierro. Los barcos no eran improvisados, como normalmente los construían aquellos bárbaros cuando se aventuraban al mar, sino fabricados de forma industrial pero cuidadosa. Una flota característica de un país pequeño, no de una banda de saqueadores cualquiera.

Se numeraban en casi los mil hombres, duplicando la fuerza que Otto había traído como protección ante, lo que él había planificado, los doscientos Vikars que iban a presentarse allí. Esta reunión era teatro. Una forma de los Vikars de humillar a los Hospitalarios, superándoles en número y armamento, destruyendo cualquier ápice de seguridad. Estaban superados y a merced de aquellos bárbaros, tenían las de perder y habían perdido. 

Solo quedaba tragar la humillación.

— [b][color=Sienna]Agradezco que aceptaseis nuestra invitación.[/color][/b]

— [b][color=#EAC117]No, no lo agradeces, y te mataré si me mientes una vez más.[/color][/b]

[center][/center]

— [b][color=#EAC117]Buscabas encontrarte con los Vikar, no porque lo quisieses, tú sino porque tu jefe te lo ha ordenado. Él quería una alianza, pero tú te quieres ir a casa. Lamentablemente para ti, has tenido éxito.[/color][/b]

¿Por qué, por todos los Dioses del multiverso, llegó Sigmund a la conclusión de que este era el mejor curso de acción? 

Otto había aprendido a no dudar de su señor, quien hace honor a su apodo en todo momento. Aun así, delante de aquel hombre rubio, de sonrisa sarcástica, con tantas arrugas como cicatrices de batalla, Otto no pudo evitar pensar en lo mala idea que era todo aquello.

[b][color=#EAC117][center][size=22]Soy Torvar, el [u]Primer[/u] Vikar[/size]

y haré arder todo el reino de Broken Core 

antes de aliarme con la gentuza traicionera y salvaje que lo habita.[/center]

[right][i]Lo haré arder igualmente, pero tú me entiendes.[/i][/right]
Ahora, hablemos.[/color][/b]
4 VOTOS
Xeper1574Hace 1 año134
@Elena-elenita. 

— [i][b]¿Quién eres?[/b][/i] —estaba muerto de miedo.

[center][/center]
Si piensas en todo esto como un tablero de ajedrez, ya que es el único modo que tiene un ser humano de entender el retorcido juego de una bruja, [i]ciertamente[/i] podrías considerar al duo en [i]jaque[/i].

Aunque Alex, en realidad, no lo sabía. Él tan solo temblaba como un flan de huevo, sosteniendo torpemente el hacha que Soos había dejado caer al suelo. Y por otra parte, el mamífero se cubría la cabeza con sus patitas, mientras repetía una y otra vez: 

— [i][b]¡Corre! ¡Vete! ¡Es ella![/b][/i] —¿pero quién? ¿Quién era ella? 

[right][size=14]El [i]"camino"[/i] se lo estaba diciendo, alto y claro.[/size][/right]
[RIGHT][/RIGHT]
[center]— [i][b]¡Es la bruja! ¡Es Bernkastel![/b][/i] [/center]


[size=14]Aunque, ¿realmente se lo iba a creer...?[/size]

[right]— [i][b]¡Vete de una puta vez, imbécil![/b][/i][/right]
[right][/right]
Aquel no era el momento de pensarlo. Si el rey caía, de nada hubiera servido jugar. 

Y Soos llevaba mucho tiempo jugando, porque se había prometido que cuando todo esto terminase, sería lo más cercano a un padre para el pequeño Monroe. Y entonces le enseñaría las curiosas formas que toman las estrellas de Broken Core. O quizás podría instruirle en el arte de la pesca, como hicieron consigo en Aquias.  

Así que erizó la espalda y bufó al niño en un ademán salvaje, lanzándose a su brazo para rasgarlo con las zarpas. Fue un doloroso arañazo, el cual a poco estuvo de alcanzar el hueso y, como es normal, Alex se echó a llorar. En aquel instante no fue capaz de entender por qué su amigo le haría algo así. Por esa razón, aún más asustado de lo que ya estaba, salió corriendo de allí. 

De vez en cuando se tropezaba, y sentía un dolor punzante donde Soos le había arañado. Todo estaba oscuro. No podía ver o escuchar nada, aunque no dejaría de correr. Alex siguió corriendo, y corriendo, y corriendo... Hasta que empezó a ver la luz al final del túnel. 

[center][/center]
Salió al exterior, pero ahora era diferente. Ya no parecía un bosque. Alex se sentía nervioso, triste y desconcertado. Estaba helado por el frío nocturno. ¿Pero por qué? ¿Por qué estaba ocurriendo todo esto? ¿Por qué a él? Nunca le había hecho daño a nadie. Le parecía injusto y no podía parar de hacerse preguntas al respecto. 

No soltó a la mata-rufianes durante el trayecto. La iba arrastrando por el suelo, levantando un poco de polvo según caminaba a ninguna parte. Y como la pesada arma le recordaba a su dueño, de nuevo se preguntaba...

[i]¿Y si se había equivocado? ¿Estaría siendo un cobarde? ¿Que era lo que había visto? ¿Una niña salir del interior de un monstruo? ¿Un monstruo con forma de niña? ¿Una niña con forma de monstruo? ¿Y qué sería de Soos? ¿Dónde estará ahora? ¿Lo habrán matado? ¿Y a Egan?[/i] 

Eventualmente, dejó de pensar en ello. Y poco a poco, según caminaba por el vasto monte, se fue quedando dormido; cerrando los ojos, dándose cuenta...
[center]

[/center]
[center]De que partir de ahora estaría solo.[/center]
EDITADO EL 21-03-2023 / 20:29 (EDITADO 2 VECES)
4 VOTOS
Takretm-1212218
Hace 1 año135
[center][spoiler="Theme"]
[/spoiler][/center] [center][i]Sus pasos resuenan por la capital. La marcha ha comenzado.[/i] [/center] Una hueste había sido movilizada por orden de Sir Jhaos. Una hueste que lo acompañaría a uno de los publos cercanos a La Lucera, pertenecientes también a la corona de Auralia. Recientemente habían sufrido ataques por parte de los Vickars, los cuales estaban comenzando a ser un problema y desestabilizar los planes de Jhaos. No habían podido, sin duda alguna, escoger un peor momento. Las relucientes y blancas armaduras de los auralianos destelleaban a la luz del sol. Estaban agrupados en secciones, esperando junto a una enorme esfera flotante que estaba frente a ellos. Encabezándolos estaba Jhaos, observando las fuerzas que llevaba consigo. — [color=dodgerblue][b]¡Espadas y escudos de Auralia, formad![/b][/color] — un grito al unísono llenó los cielos de La Crisálida, junto al fuerte pisar de estos hombres. — [color=dodgerblue][b]¡Hemos pasado por alto, hasta hoy, transgresiones contra el territorio de la corona de Auralia! ¡Sus habitantes, por mucho que estén en Broken Core, no pueden verse desprotegidos y desamparados! Debemos demostrar que estamos con ellos, ¡son nuestro pueblo![/b][/color] — el disco flotante comenzaba a girar más deprisa, emitiendo una luz. Era la señal, estaban listos para partir. Los inexorables auralianos permanecieron en silencio, aguardando. [center] Y entonces, fueron transportados.[/center] Una gran luz abrió el cielo, cayendo en un enorme retumbar en aquel pueblo devastado por los Vickars, el cual hacía orilla hacia la mar en la que sus barcos estaban apostados. Pronto el saqueado lugar se vio lleno con toda una hueste de los ejércitos de Auralia, estando Jhaos al frente de todos. Jhaos, en otro momento, hubiese mediado, pero tenía que poner fin a las disputas que estaban azotando al mundo y le afectaban directamente si quería llegar a un lado. Y los Vickars solo parecían conocer la fuerza bruta más que la diplomática. [center]Jhaos usaría una mezcla de ambas para tratar de hacerlos entrar en razón.[/center] Hizo un gesto con la mano, dando la señal para que los soldados que estaban detrás del todo, apuntasen con sus armas hacia los cielos. — [color=dodgerblue][b]¡Mantened la posición![/b][/color] — decía, esperando al momento perfecto para disparar. — [color=dodgerblue][b]¡Fuego![/b][/color] — y entonces, un gran número de flechas salieron despedidas en un destello azul, que se perdieron en las nubes. No pasó mucho rato hasta que, tras ello, estas nubes comenzaron a tronar. Las flechas antes lanzadas, imbuidas en magia divina, habían estallado en el cielo, dejando caer con ellas... una lluvia de flechas que se habían duplicado en número y tamaño, ocupando un gran área en el que caerían, comenzando a destrozar los navíos que se encontraba a su paso. El del líder de aquellos Vickars era de los que no eran impactados, pero todo esto estaba ya en los planes de Jhaos. Con un fugaz destello se plantó en ese mismo barco, acompañándole unos 4 soldados con él. — [color=dodgerblue][b]¡Busco al máximo responsable de este saqueo y masacre al pueblo de Auralia![/b][/color] — decía, con espada en mano. — [color=dodgerblue][b]Estáis rodeados por los mejores hombres de la corona, dispuesto a abrir más fuego contra vosotros si es necesario. He venido a negociar.[/b][/color] — decía, sin andarse con más rodeos de los necesarios, quería acabar con eso allí mismo. — [color=dodgerblue][b]Si no estáis dispuesto a ello, me encargaré personalmente de que los fondos del mar arrastren vuestros cuerpos junto a las astillas de vuestros barcos.[/b][/color] — [center][/center]
2 VOTOS
Xhepher6734Hace 1 año136
[center][/center]

— [b][color=#A52A2A]Entonces espero que apuntes mejor tus flechas la próxima vez.[/color][/b]

El enorme Vikar sobresaltó a todos los soldados, quienes corrieron a apuntarle con sus arcos y a desenvainar sus espadas. Era demasiado alto y grande para haberse infiltrado entre los soldados, no, la razón por la que aquel gigante acababa de aparecer detrás de Jhaos era por algún tipo de teletransportación. El hacha que portaba parecía rudimentaria, no muy distinta a la que cualquier otro Vikar pudiese empuñar.

— [b][color=#A52A2A]Me preguntaba cuanto tardarían los de Auralia en responder. Me esperaba a los reyes de Broken Core, muy ocupados calentando el trono como para hacer nada, pero tenía cierto respeto por los Kiath.[/color][/b] — "[i]Tenía[/i]". 

Aquel hombre debía medir más de dos metros, mucho más que Sir Jhaos, y las finas ropas casuales que vestía hacían engañar a simple vista. Le conferían una apariencia de civilizado, en contraposición a su naturaleza más salvaje que seguramente mostraba cuando participaba en los saqueos. Pero esta vez no había rastro de suciedad o sangre en la vestimenta; aquel hombre no había participado en el pillaje. Sus hombres lo habían protagonizado ellos solos.

— [b][color=#A52A2A]¿Quieres hablar? Hablemos entonces. Mi nombre es Emith, y lidero a estos hombres. Los que quedan, al menos.[/color][/b] — Dijo, mirando al mar de fuego y sangre que antes ocupaban los barcos Vikars. No parecía muy preocupado por las pérdidas de la mitad de su tripulación, de hecho hasta dibujo media sonrisa al ver aquel estropicio. Como si disfrutase del espectáculo de la batalla, sin importar de quien proviniesen las bajas. 

[center][/center]

Entre sus dedos el agua se congeló y una gran porción del mar quedó transformada en hielo. Pequeñas partículas de nieve empezaron a caer a su alrededor, e incluso algunos de los fuegos de algunas de las casas se vieron apagados en el acto. Los barcos que se estaban hundiendo quedaron atrapados en el hielo, así como muchos de los Vikars demasiados heridos por las flechas como para nadar hacia tierra firme.

— [b][color=#A52A2A]¡Suhail, ven aquí![/color][/b]

El grito lejano le hizo levantar la mirada cansada. Observó al hombre, entre un centenar de soldados rodeándole con sus armas casi en el cuello. El mismísimo líder de Auralia estaba ahí mismo. ¿Y quería que pasase delante de ellos y se pusiese ahí en medio? No se podía esperar mucha inteligencia de un hombre con tantos golpes en la cabeza.

[center][/center]

— [b][color=#347C17]No. Yo voy a salvar a los hombres que se estaban ahogando.[/color][/b]

Ni siquiera se molestó en gritar, y no le importó si no era escuchado. Se acercaba a los hombres atrapados en el hielo y les sacaba con un tirón de un solo brazo, dejándolos en el suelo o en el hielo. Escuchó a Emith maldecir cuando se dio cuenta de que no le iba a obedecer. ¿Cual era su problema? Fue idea suya atacar Auralia y fue él quien ordenó el saqueo. Suhail estuvo en contra de ambas cosas y ni siquiera participó en el combate. Ni pretendía hacerlo. Un buen Vikar debe asumir las consecuencias de sus propios actos, así que Jhaos era cosa suya.

El siguiente hombre en el hielo estaba demasiado malherido. Rescatarle equivaldría gastar valiosos recursos en sanarle inútilmente. Así que le empujó de una patada dentro del hielo, creó más nieve para cubrir el boquete, y dejó que las aguas debajo del hielo se encargasen del problema.
EDITADO EL 23-03-2023 / 16:48 (EDITADO 3 VECES)
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Takretm-1212218
Hace 1 año137
El albino volteó levemente su mirada, en dirección hacia aquel Vikar que se posicionó detrás suya. Mantuvo la compostura, no dejándose sorprender por la velocidad de aquel hombre. No, no podía ser velocidad. Aquello fue instantáneo, si hubiese sido movimiento Jhaos lo hubiese podido detectar muchísimo antes de que llegase detrás suya. No por nada era el líder de la armada de Auralia. Claramente los Vikars contaban cada vez con mas sobrehumanos, de otra forma no hubieran sido capaces de diezmar tanto un poblado respaldado por la bandera de Auralia.

— [color=dodgerblue][b]La próxima vez no habrán flechas.[/b][/color] — dijo, girándose hacia este, viendo como le sacaba bastante altura, pero aún con esas no se dejaba intimidar. Mantenía un rostro calmado y una voz aún mas sosegada, pero seria. — [color=dodgerblue][b]La próxima vez te enfrentarás a mí.[/b][/color] —

— [color=dodgerblue][b]Ignoro el actuar de los soberanos de Broken Core, e ignoro si nos teníais o no respeto. El acto que habéis cometido contra nuestra gente desmiente por completo tus palabras, no teníais respeto alguno por los Kiath cuando decidisteis atacar sus territorios.[/b][/color] — mientras hablaba estaba al pendiente de todo a su alrededor. Sus hombres apuntaban a aquel tipo tan alto, pero también estaban alerta por los flancos.

[center][/center]

— [color=dodgerblue][b]Seré directo; vengo a pediros una tregua.[/b][/color] — no titubeó al decirlo. Sabía que intentar razonar con aquellos tipos sería estúpido, pero debía intentarlo. — [color=dodgerblue][b]Lucháis por la libertad, hasta ahí lo respeto. Lo que no respeto es vuestra forma de expresarla, pero esa será una lucha para otro momento. Pueblos libres, Auralia, Broken Core... nada de eso importará en un futuro no muy lejano. Algo se avecina, este mundo se ha visto tambaleado infinidad de veces por amenazas, pero ninguna como esta. Te hablo de una amenaza que no traerá, tras su paso, perdedores ni vencedores. Simplemente traerá... fin. Una nada. En la que no habrán ni pueblos libres, ni reinos.[/b][/color] —

[center][/center]

— [color=dodgerblue][b]Quiero reunir un solo ejército. Uno conformado por todos los que luchamos por nuestro futuro, ya sea por la libertad, por la conquista, por las ansias de poder... me da igual por lo que luchéis, mientras el objetivo común sea asegurar un lugar en el que luchar por nuestros deseos.[/b][/color] — afiló aun más su mirada, apretando el mango de su espada con más fuerza. — [color=dodgerblue][b]Si vamos a perder esfuerzos y recursos en matarnos unos a otros, no solo estaremos perdiendo a nuestros hombres tontamente, sino que estaremos reduciendo nuestras posibilidades de sobrevivir. He visto con mis ojos qué es lo que se acerca, y nuestras disputas serán nada al lado de la gran guerra.[/b][/color] — mientras hablaba, se percató de aquel Vikar que ignoró al hombre, llamándole la atención de que querría atender a sus heridos. Tras eso devolvió su atención al hombre.

— [color=dodgerblue][b]No voy a mentirte, no tienes muchas opciones. O cesáis vuestras oleadas de ataques y me ayudas a reunir a los demas clanes de los Vikars, o morirás aquí y ahora. Erradicaré hasta el último Vikar sin arriesgar a mis hombres, reduciéndoos al polvo cósmico del que provienen vuestros cuerpos con la suficiente velocidad como para que me de tiempo a buscar una alternativa a vosotros.[/b][/color] —
3 VOTOS
Xhepher6734Hace 1 año138


— [b][color=#A52A2A]¿Y tú quien coño te crees que eres?[/color][/b]

El gran Vikar escupía desprecio en aquellas palabras. Emith esperaba con la aparición de los reyes de Auralia un contraataque por los saqueos o la negociación de una tregua. Pero lo que ofrecía aquel Kiath eran planes grandiosos; absurdas confabulaciones que representaban todo lo que los Vikars odiaban de Broken Core. Los mismísimos fundamentos contra los que se habían revelado.

— [b][color=#A52A2A]Siempre hacéis lo mismo, todos vosotros. La gente en el poder, la clase alta, seáis nobles o gente con superpoderes. Os creéis vuestras putas tramas y profecías como si fuesen lo más importante del mundo, y luego ponéis patas arriba nuestras ciudades y nuestros hogares en vuestras luchas.[/color][/b]

Durante siglos, mucho antes de la Romalgama, era una verdad absoluta que el pueblo común de Broken Core y sus mundos colindantes no era más que una herramienta para la gente poderosa, siempre envueltos en sus peleas, siempre los obligados a reconstruir sus pueblos tras finalizar la batalla entre los dos protagonistas, quienes alardeaban de sus poderes sin importar cuantos civiles muriesen de fondo.

— [b][color=#A52A2A]Vete a la mierda con tus maquinaciones. Gran guerra, dice. ¡Los Vikars nos sublevamos contra vosotros! ¡Los Vikars somos gentes libres, libres de gente como tú, de Aevelin, de las dinastías como Monroe o Anarkyn! ¡No sufriremos más vuestras grandes guerras![/color][/b]

Incluso la banda más salvaje de saqueadores disfruta de fingir que tiene una ideología. La libertad es un concepto atractivo, sobre todo para un puñado de barbaros cuya única actividad consistía en la destrucción ajena. Pero, no era hipocresía. Es simplemente como funcionan las sociedades. 

Los historiadores debaten sobre cuál era la verdadera ideología política y económica de los países más importantes de la humanidad, sin alcanzar la conclusión de que al final del día, toda organización humana son oportunistas que actúan en consecuencia del beneficio más inmediato. Y luego, luego lo decoran un poco. Con palabras bonitas, como la [i][b]libertad[/b][/i].

[right]

[b][color=#A52A2A]Jodidos nobles,[/color][/b]
[b][color=#A52A2A]todos igual de presumidos.[/color][/b][/right]

Vanidosos. Esa era la palabra que realmente estaba intentando decir, se percató Suhail. Pero Emith no era especialmente listo y su vocabulario limitado lo demostraba. Aunque ocultaba bien su estupidez, como todos los estúpidos listos.

[i]Que aburrido[/i]. Suhail estuvo a punto de acercarse más para participar en la conversación, que se había tornado más interesante de lo que originalmente había pensado que iba a ser. Aquellas intenciones del Sir Jhaos, hasta cierto punto más idealistas que realistas, le atraían. Pero sabía que aquel bruto de mente simple recurriría al instinto básico de insultar al primer noble que le dirigiese la palabra.

— [b][color=#A52A2A]Metete la tregua por el culo. ¡Vikars![/color][/b]

Pero sucedió algo extraño. Aquel grito era una clara indicación: "preparad las armas, es probable que debamos pelear". Pero solo la mitad de los hombres obedecieron tal orden. Aquella división hizo dudar al grupo, que miraron dudosos a los que no mostraban intención de luchar. Curiosamente, esa otra mitad estaba compuesta casi exclusivamente por los Vikar que Suhail había rescatado del naufragio provocado por los arqueros de Auralia. Y en frente de los supervivientes estaba él, con expresión sombría, el alma impoluta.

[center][/center]

— [b][color=#347C17]Aceptamos la tregua. Emith, muérete tú solo y déjanos en paz.[/color][/b]

Y así de sencillo, un [i]coup d'État[/i] entre los Vikars había finalizado.

— [b][color=#A52A2A]¡Traidor![/color][/b]

Emith empuñó su gran hacha, se teletransportó delante de Suhail y lanzó un tajo hacia su cuello.
4 VOTOS
Takretm-1212218
Hace 1 año139
Estaba claro, intentar razonar con aquel tipo era absurdo y una pérdida total de tiempo y esfuerzos. Parecía más estar deseoso de librar una batalla -la cual no podía ganar- que velar por la seguridad de su gente. Era una pena, puesto que, por lo que escuchó, era una persona que si bien era limitada de mente, era muy fiel a sus principios.

Principios que, aquel día, lo llevarían a su muerte.

Por desgracia, entendía su forma de ver las cosas, pero se lamentaba por dentro de que no pudiese abrir su mente. Él no quería librar una lucha en la que ellos fuesen sus herramientas, no era una lucha por orgullo, no era por demostrar su fuerza... no. Kiath Jhaos peleaba por todas las personas, ya fuesen de Auralia, de Broken Core o de más allá. Sí, de cara a todo el mundo luchaba en pos de Auralia, y en parte así era, pero tenía un objetivo más allá de eso. Quería asegurar la existencia de un lugar en el que diferentes principios y creencias pudiesen darse a valer. Es por ello que no les pedía que abandonasen su forma de pensar y actuar, solo les pedía, por el momento, aparcar sus pensamientos y colaborar.

Y, sí sobrevivían a lo que se venía en un futuro, ya zanjarían cuentas, cosa que tampoco le preocupaba a Jhaos conociendo el poderío militar de Auralia, si es que quedaba una Auralia.

Le miró fijamente, era un vistazo de decepción, como si hubiese tristeza en esos ojos.

— [color=dodgerblue][b]Entiendo, si libertad es lo que buscas...[/b][/color] —

[center]— [color=dodgerblue][b]... deja que te libere de este mundo y sus próximos porvenires.[/b][/color] —

[/center]

Entonces, con algo más de sorpresa, vio como aquel otro muchacho, el cual parecía responder al nombre de Suhail, se resignaba a hacer caso a aquel líder, siendo respaldado por otros Vikars. Decía que aceptaba la tregua, cosa que a Jhaos en cierta medida le parecía increíble. Aunque, siendo sinceros, ya por su forma de actuar aquel muchacho le había llamado la atención.

Entonces Emith se dispuso a atacar al que era su compañero, pero Jhaos ya se había hecho a la velocidad del contrario, por lo cual en un abrir y cerrar de ojos se había interpuesto entre ambos, deteniendo el ataque de Emith con su espada. Sus ojos destellearon, levantándose un gran brillo en la zona, casi cegando a los presentes. Duró nada, ni siquiera llegó a un segundo, pero podía olerse a quemado, aunque era un olor incluso más violento que el de los barcos que anteriormente estaban ardiendo. Jhaos estaba ahí, manteniendo su postura aún, mientras que Emith...

[center][size=23]Yacía completamente destrozado[/size]

[/center]

Nadie podía explicar que es lo que acababa de ocurrir, puesto que ningún ojo estaba preparado para ver los movimientos del descendiente del Dios de la Justicia; Kiath Jhaos. 

Por parte de sus soldados, comenzaron a defender a los Vikars heridos que se viesen asaltados por los que aún decidiesen apoyar al difunto Emith, asistiéndoles en la batalla. Los que no podían pelear eran atendidos por los médicos de campo de Auralia.

— [color=dodgerblue][b]No eres en absoluto como este o cualquier otro de los Vikars.[/b][/color] — decía Jhaos poniéndose recto y enfundando su arma. — [color=dodgerblue][b]Lo cual me hace preguntar, por pura seguridad, ¿por qué has aceptado sin dudarlo? ¿han sido las amenazas o realmente eres consciente de que es mejor luchar por un futuro lejano antes que el más próximo?[/b][/color] —
2 VOTOS
Xeper1574Hace 1 año140
@Elena-elenita.

[center][/center]
[center][/center]
[center][/center]
[center][/center]
[center][spoiler="Tema."]
[/spoiler][/center] [center][/center] — [i][b]Bienvenida a la Tierra Dorada, mi negra Liliana.[/i][/b] Mientras una parte de Bernkastel yacía en una lúgubre cueva, otra lo hacía en los infinitos dominios de Beatrice, quien recibió a su invitada formando una luna cóncava en los labios. — [b][i]Siéntate, conversemos mientras tomamos algo de té. Es de ciruelas secas[/i][/b] —dijo, indicándole un cómodo sillón de porcelana. A continuación sucedió un hecho inexplicable. Después de que Beatrice agitase su pipa un par de veces, las mariposas doradas que allí había empezaron a revolotear. Unas se unieron a las otras y así, formaron un enjambre que se posó sobre la mesita de té. Entonces todas ellas centellearon y, cuando esta luz hubo desaparecido, tan solo dos lujosas tazas restaron. Si eso para ti no es magia, ¿qué lo es? — [i][b]Oh, Bern... Incluso después de mil años, no existe ningún tablero más interesante y retorcido que el tuyo. Indudablemente, eres la bruja más temible de todas nosotras[/b][/i] —aseveró la dorada, tanteando grácilmente la cerámica con los dedos. [center][/center] — [i][b]Sin embargo, el mío está resultando de lo más insípido. Estoy desesperada. Siquiera el opio es capaz de endulzarlo[/b][/i] —resopló, dejando escapar una densa bocanada. — [i][b]No me malentiendas, no te he hecho llamar por compasión. Verás, mientras aguardaba al próximo movimiento de mi lamentable partida, he tenido el placer de deleitarme con la tuya[/b][/i] —porque así es como funciona. — [b][i]¡Es tan emocionante! Así que ahora esta inútil pieza te pertenece, ¿pero qué harás con ella?[/i][/b] —se preguntaba, deslumbrándose en el interior de su taza aquella cueva donde, simultáneamente, Bernkastel existía. Además de Soos, quien indefenso y asustado, se encontraba delante de ella. — [b][i]Sea lo que sea, por favor, no permitas que me aburra.[/i][/b] [center][/center]
4 VOTOS
Xhepher6734Hace 1 año141
[center][b][i]Erigid sin miedo los pilares de nuestra civilización.

El tiempo no funciona en nuestro mundo.

Los pilares nunca se erosionarán.

Seremos perpetuos.[/i][/b]



[b][i]Son eternos. La paciencia será nuestra perdición.

Solo de nuestra mano el cambio llegará.

No esperéis más.

Sublevaros contra el Antiguo Orden.[/i][/b][/center]

Suhail no se inmutó lo más mínimo. En cierta forma, esperaba aquella cadena de sucesos. Casi pudo predecir con exactitud el momento que Jhaos quemaría la carne de Emith, aunque se lamentó por no haberlo presenciado en detalle. El destello de luz le hizo cerrar involuntariamente los ojos por el breve instante en el que sucedió todo.

Los Vikars presentes no daban crédito a lo ocurrido. Muchos de ellos eran humanos normales, o sobrehumanos demasiado débiles. Una mezcla de confusión y temor les invadió el cuerpo, y Suhail pudo detectar como aquellas emociones estaban a punto de estallar. — [b][color=#347C17]Dame un momento, príncipe de Auralia, y responderé tus preguntas. Debo calmar los ánimos.[/color][/b] — Mientras los hombres aún se debatían mentalmente sobre si atacar a los soldados de Auralia o no, gritó con todas sus fuerzas.

[center][/center]

— [b][color=#347C17]¡Los Vikars somos la furia de Broken Core! ¡La venganza de la humanidad![/color][/b] — Incluso los que estaban detrás suyo, Vikars que le habían sido leales desde el momento que les socorrió del naufragio, se sorprendieron ante su actitud. — [b][color=#347C17]¡Por siglos, hemos sido oprimidos por las clases altas! Elegimos coger las armas y destruir todo a nuestro paso, ¡porque el caos de la anarquía es mejor que vivir bajo el yugo de gentuza como Seeker![/color][/b]

[center][/center]

— [b][color=#347C17]Cogemos lo que queremos y quemamos lo que no queremos. Hacemos lo que los sobrehumanos poderosos han hecho con el pueblo de este mundo por siglos, por eones. ¿Pero creéis que nos van a dejar hacerlo? ¿Os esperabais que se quedasen quietos, que no vendrían a deteneros? ¡Por ignorancia como esa habéis sido esclavizados por Sezerkhan durante cinco siglos![/color][/b] 

— [b][color=#347C17]¡Solo superando la fuerza con la que nos han explotado podemos saborear la libertad que nos han arrebatado! Emith era débil y con mal juicio. Trajo a un puñado de nosotros a atacar a un pueblo de Auralia, sabiendo que si decidían contraatacar acabaríamos a su merced. ¡La debilidad no tiene lugar entre los Vikars! ¡Y por eso le he traicionado, por eso le habéis traicionado! Porque la debilidad no tiene lealtad detrás.[/color][/b]

[center][/center]

— [b][color=#347C17]¡Extended la voz y que no quepa la menor duda, que yo, Suhail, haré uso de todo mi poder para liderar a los Vikar como debe ser! Oponedme si sois más fuertes, obedecedme si no lo sois. Y es bajo mi mandato que los Vikars no habremos de atacar a Auralia. Porque no es valentía atacar a objetivos más fuertes que tú. Es estupidez. La estupidez que ejecutó a Emith. La estupidez que ejecutará al que no se ponga detrás mío inmediatamente.[/color][/b]

[center][b][i]Sublevaros contra el Antiguo Orden.

Que escriban epopeyas sobre vosotros.

Futuros héroes de la humanidad.

Presentes cataclismos de la humanidad.[/i][/b][/center]

Al poco tiempo, todos los Vikars presentes en el lugar estaban situados a espaldas de Suhail. Muchos seguían confusos. Algunos furiosos. Emith debía ser amigo de algunos, y ver su cadáver a pocos metros no debía de ser satisfactorio. Pero ninguno desobedecía.

— [b][color=#347C17]Decías que no soy como el resto de Vikars. Tal vez tengas razón. O puede que yo sea el único Vikar de verdad, y el resto solo sean bandidos venidos a más.[/color][/b] — Suhail se acercó a Jhaos. Su compostura y tono de voz eran naturales, tal vez demasiado. Como si estuviese hablando con alguien del mismo rango que él. O como si ignorase la diferencia entre ambos. — [b][color=#347C17]Y lo de la tregua, lo digo en serio. Siempre me opuse a atacar a tu pueblo. Auralia es una potencia militar y las consecuencias de enfrentaros exceden los tesoros de cualquier pillaje. Me alegra que hayas demostrado por qué tenía razón.[/color][/b]

Sonrió con picardía, como si acabase de decir un chiste. Miró fugazmente al cadáver de Emith.

Su forma de hablar era franca, tanto que rozaba lo irrespetuoso, pero no había intenciones malas en sus palabras. Aunque no mostraba rencor alguno contra los supuestos "nobles" que tanto detestaba Emith, tampoco parecía respetar la posición de la realeza de Auralia lo suficiente como para mostrarse más educado. Tal vez no se podía pedir más de un Vikar.

Lo más importante era que carecía de miedo. En su expresión, en sus ojos, en su voz. [i]Impolutos[/i]. El poderío de Jhaos no le intimidaba, y la superioridad numérica de sus soldados no fue objeto de mención. Iba más allá de la ignorancia, ya que la expresión de Suhail era una de inteligencia; no podía ser que ignorase la fuerza del caballero albino. ¿Y si era soberbia? ¿Se creía el más fuerte del lugar, incapaz de recibir daño alguno? El problema era que tampoco aparentaba ser especialmente orgulloso.

[center]

[i]Tal vez sencillamente estaba loco.

Como un buen Vikar.[/i][/center]

— [b][color=#347C17]Me preguntaste si accedí a la tregua por miedo o porque creía en tus palabras, y la verdad es que simplemente entiendo cuando no vale la pena enfrentarse a un enemigo. Porque respeto vuestra fuerza. Tú fuerza. Lamento decirte que no puedo terminar de creerme completamente lo que hablas, porque si en algo tenía razón Emith, es como nos han abrumado con ideas de "grandes guerras" que luego no llegaban a nada. O solo nos causaba miseria al pueblo llano.

Pero no desconfío completamente, si quieres saberlo. De hecho, me interesa. Quiero creer que sea cierto. Además, me daría una excusa para poder unificar los Vikars. Creo que tienes que demostrar que vas en serio. No es culpa tuya, principe de los Kiath, sino de todos tus antepasados y la vanidad con la que se llenaban la boca hablando de grandes causas y nobles sacrificios. Diría que no tienes un listón muy alto que superar para demostrar que eres mejor que ellos.[/color][/b]

Suhail volvió a sonreir. En aquellos momentos cuando sonreía casi parecía imposible que aquel rostro pudiese adquirir aquella expresión sombría, cuando traicionó a Emith. A veces la fina linea entre una personalidad compleja o la locura es difícil de discernir.
EDITADO EL 29-03-2023 / 01:17 (EDITADO 2 VECES)
2 VOTOS
Xhepher6734Hace 1 año142
[i][/i][center][i]Ah, alguien iba a escuchar.

Ya era hora. Desembucha entonces.[/i][/center]

[center][/center]

— [b][color=#FF6347]Entiendo. Debí suponerlo, que esperabas que llegase.[/color][/b] — De pronto, gran parte de su ansiedad desapareció. No había miedo a sorpresa alguna, todo aquello había sido planificado antes de que ella supiese que esa torre existía. — [b][color=#FF6347]Aquellos que veis el futuro igual que los humanos vemos el pasado entendéis el mundo de forma peculiar. Es extraño que no termine de acostumbrarme. [/color][/b] — 

Solo quedaba hablar y hablar, Escuchar y escuchar. ¿Hablar de qué? ¿Escuchar el qué?

[center][b]¿Por dónde empezar siquiera?

Éléonore, enfoca tu alma.[/b]



[b]Recuerda tu esperanza.[/b][/center]

[center]
[/center] [right][i][size=9]jeje mentí el ending es mío jijij[/size][/i][/right] Hacía dos décadas, un hombre conducía a una niña hacia las profundidades del infierno en los cielos. Empujaba a la pequeña con escaso cuidado, agarrando su brazo y profanando cada vez que ella se detenía. Ah, excusad a aquel hombre. No es su culpa por carecer de paciencia, sino de ella. ¿Cuánto carácter podía caber dentro de un cuerpo tan pequeño? La resistencia era fútil, pero no cesar el forcejeo daba valor a su alma. Le hacía especial. Ella no sería ella. [b]NO. SERÍA. ELLA.[/b] El hombre le pegó un tiro y esa fue la primera vez que ella murió. Esa fue la primera vez que ella mató. [center] [i]Puede que Éléonore sea el descendiente de Synd que estábamos buscando. Su inmortalidad es especial. Cada vez que la matamos, algo ocurre con el espacio-tiempo a su alrededor. Lo desestabiliza. Un nuevo cuerpo aparece, y se desencadena lo que únicamente puedo describir como una explosión de magnitudes físicamente imposibles. El planeta que usamos como prueba ha sido destruido. El potencial de esta arma es ilimitado.[/i][/center] La noche que Éléonore decidió desertar de la Orden fue la noche que descubrió ese informe, escondido entre mil informes. Se puede distinguir el momento exacto en el que tomó la decisión, incluso. Fue cuando leyó la línea que estimaba aquel planeta destruido en las 2 billones de vidas humanas. Como era un planeta de una dimensión lejana, solo accesible por un portal descubierto por la Orden, nadie les lloró y nadie le importó. Al final [b]sí fue ella[/b]. Por supuesto, me refiero a ser una herramienta más. Una esclava de esclavos. Daba igual que tan lejos huyese, luchase o se revelase. Nunca, nunca, nunca podría deshacer lo acometido. Entonces, ¿qué hacer a continuación? [i]Arrepentirse[/i] era el camino de los masoquistas que disfrutan con el dolor propio. [i]Deleitarse[/i] en la capacidad destructiva de sus poderes era el camino de los sádicos que disfrutan del dolor ajeno. [i]Redundantes[/i], ambos caminos. Sin importar qué futuro eligiese, estaba claro. [b]No volvería a ser ella[/b]. Esa persona que solo sabía destruir. Un esclavo del Gran Maestre, un descendiente de Synd que solo sabía matar por razones que ignoraban. Les odiaba, a todos. Desde Aurelian y Cyrus, que tantas veces la habían matado de pequeña, hasta a Shura y Vantis, incluso al pequeño Aludis, tan complacientes en sus papeles de esclavos. ¿Qué se hace cuando se detesta la naturaleza intrínseca de tu propia existencia, pero ni siquiera puedes luchar contra ello? Se preguntó, pues para ella no era un juego de palabras ni un debate filosófico, sino su genuino dilema. Así que decidió suicidarse. Porque eso es a lo que equivalía huir del hombre más poderoso que jamás había conocido. [left][/left] [center][b][color=DarkMagenta]Éléonore, eres un fracaso. Solo la muerte merecen los traidores como tú.[/b][/color][/center] [right][/right] Ese era Cyrus, la mano derecha de Aurelian y el hombre que la mató por primera vez. El fuego que le lanzó aquel día era una miseria comparado a la furia que podía desatar el verdadero martirio que representaba Aurelian; el único con el poder de matar inmortales. Pero Cyrus no era más que un esclavo del esclavista original. No había nada que temer. Aun así, ella le tenía mucho más miedo a aquel hombre que al todopoderoso Gran Maestre. La primera muerte no se olvida mientras se vive. Y sin embargo, mientras aquel chorro de llamas la engulló, quemando su alma y cuerpo por igual, Éléonore se dio cuenta de que en ningún momento se sentía traidora de nada. Para abandonar algo se debe de haber guardado algún atisbo de lealtad primero, y ella no era leal a nada. Ah, se dio cuenta. Lo entiendo, pensó. [b]Ella era libre[/b]. [center] [b][color=#FF6347]Entre dioses y mortales Soy la mujer más libre de este y de todos los mundos Soy la verdadera descendiente de Synd[/color] Nada detendrá a la ansia humana por la libertad.[/b][/center] La sentencia de muerte nunca llegó. Las primeras semanas tras haber escapado de Cyrus, derrotándole cada una de las veces que había ido detrás de ella pero siempre apañándoselas para sobrevivir, temió que cada día fuese el último. Pero la ejecución de Aurelian nunca se cernió sobre ella. El absoluto terror de la muerte, característico de los inmortales, había desaparecido. ¿Y si le había perdonado? ¿Y si era una mentira y Aurelian no era tan poderoso? ¿Y si se había alejado tanto de su influencia que sus poderes no le alcanzan? ¿Y si ...? [center][/center] No importa. Ya no. Al final, [b]sí que era libre[/b]. — [b][color=#FF6347]Escapé de la Orden porque no podía soportar vivir un solo instante más bajo la mirada controladora de Aurelian y sus lacayos. La forma en la que abusan de su poder, como explotan a mi estirpe, pensé que pocas crueldades habría mayores que mi situación. Todos somos ignorantes en la adolescencia, y yo era dulcemente inocente. Salté de un mundo a otro, nunca deteniéndome. Al principio fue por miedo a que la Orden viniese detrás de mí, pero al final me di cuenta de que simplemente detestaba quedarme en un sitio demasiado tiempo. También me di cuenta de lo muy equivocada que estaba. El cosmos está poblado por gente como Aurelian. Las tiranías de las que he sido testigo me revuelven el estómago. No importa la raza, todo ser consciente con el más mínimo poder inevitablemente desarrolla las mismas cualidades humanas de avaricia, codicia, control. Incluso si no es un individuo y hablamos de gobiernos, todos los estados que se conforman en el universo siguen la misma ruta; empiezan buscando aumentar su poder político y militar, los líderes se vuelven corruptos en el proceso, y el país cae en la miseria en su conjunto. Y no me hagas empezar a hablar de los dioses. Escoria sobre la existencia, todos ellos. Todos querían más y más; que los súbditos les rezasen más, que les diesen más ofrendas, que se sacrificasen más. Igual que los humanos. Peor que ellos.[/color][/b] [center][/center] ¿Hasta qué punto una persona normal y corriente puede convertirse en un testigo de la [i]realidad[/i]? Éléonore se sentía como un espectador, en lo alto de una montaña, con vistas a todo lo que podía ocurrir en el mundo físico y no físico. No se consideraba a sí misma alguien especial, única en el cosmos, pese a que su cuerpecito pequeño pudiese generar explosiones planetesimales. La destrucción en sí no tiene valor, pero eso no es lo que importa ahora. Le proporcionaba confort pensar que era una mujer como cualquier otra, con unas circunstancias más o menos únicas. Que cualquier otro individuo podía haber atravesado el primer portal y empezado su travesía por la existencia, alcanzando las mismas conclusiones que ella. Pero se sentía a solas allí arriba. Incomprendida, a ratos dudando de su cordura. Se sentía como si fuese la única cuerda en un universo de locos. Allí, sola, percibiendo la realidad de la [i]realidad[/i], una mezcla de asco y resignación le dominaban. ¿Era la única allí, capaz de ver lo que veía ella? ¿Es que es la única persona en todos los universos que le importase lo más mínimo ser libre? ¿No hay en todas las civilizaciones filósofos que hablan sobre la libertad y sobre el valor de la misma? Pero ella solo observaba la denigración de las civilizaciones, una decepción tras otra que la obligó, casi a la fuerza, a acogerse a los Varangios como la única opción posible si quería pertenecer a una sociedad no inherentemente autoritaria. [center][/center] Puede que fuese en esos oscuros momentos cuando la luminosidad de su emperatriz dirigió su camino, como un faro salva a los barcos de los negros mares durante la noche. La cordura en forma de luz, que alumbraba aquel mundo enloquecido demostrándoles un ápice de raciocinio. — [b][color=#FF6347]Desde pequeña solo he escuchado rumores y mitos sobre ti. A veces dudé de tu existencia. Siempre me pregunté donde estabas. Por qué no intervenías en los problemas del mundo. Por qué no me salvabas de Aurelian. No fue hasta que presencié incontables mundos que me di cuenta del gran rol que representas en este planeta. No eres como los demás. No eres un mal necesario. Eso es una mentira, una falacia proveniente de aquellos que no han visto un genuino mal necesario. Eres la única razón, diría yo, por la que Broken Core no se derrumba bajo su propio peso. Maldita sea, cada vez que veía una de esas "tiranías", no podía evitar pensar en lo afortunados que éramos todos nosotros por tenerte a ti gobernando Broken Core. [center][size=15][i]¡Escucha![/i][/size][/center] Soy consciente. Los humanos hablan de "grandeza", pero solo Sezerkhan tiene genuina grandeza. Pues por toda tu fuerza, decidiste liderar Broken Core para dejarnos ser libres. Absolutamente todos los hombres y mujeres que ganan un atisbo de poder fracasan inmediatamente en su deber al caer en la trampa de pensar en cómo intervenir en la vida de sus súbditos para "guiarles a una vida mejor". Eso solo termina con las terribles más dictaduras de la humanidad, y tú lo entendiste desde el principio. Entendiste que controlar a las personas es fútil. Eres la única entidad en todo el universo, el de este mundo y el de todos los mundos, que posee verdadero cariño por los humanos. Lo creo de corazón. No, no lo creo, es absolutamente cierto. De no ser por ti, cualquier otro habría ocupado tu lugar e inevitablemente nos hubiera terminado liderado cual tirano, pues así es la naturaleza de todo aquel que gana una corona. Todos excepto de la tuya. [center][size=19][i]Escúchame, pues es la primera vez que hablo[/i][/size] [/center] No soy muy educada, ni sé nada de etiqueta. Soy consciente de que debería hablarte con más modales, pero de pequeña solo me enseñaron a matar. Todo lo que aprendí después fue autodidacta, a base de experiencia en el mundo real y con poco cuidado por cometer errores. Cuando me topé con mi responsabilidad de liderar a los Varangios, no me avergüenza admitir que te tomé como modelo de liderazgo. Por supuesto no soy ni la mitad de capaz que tú, pero entiendo perfectamente la tentación de usar mi poder para obligar a mi gente a obedecer cada uno de mis deseos. Es repugnante que tan fácil los hombres se dejan llevar por esa frágil emoción. Para que solo las mujeres como nosotras entendemos la importancia de la temperancia. [center][size=22][i]Escúchame, por favor[/i][/size][/center] Siento haberte culpado por lo que me pasó de pequeña. Porque te culpé, igual que culpé al mundo. Ahora entiendo que tu inacción no es una debilidad, ni mucho menos fácil, sino la más dura de las decisiones que un verdadero monarca puede tomar. Como una [i]madre[/i] que entiende que debe dejar a sus hijos vivir sus propias vidas. [center][/center] Me llamo Éléonore, y he sido testigo. Eres la salvación de mi mundo y te doy las gracias por ello.[/color][/b] No sé si eres una diosa de verdad o un diablo, como te juzgan [i]otros[/i]. No sé el origen de tu existencia ni de tus poderes, no sé nada acerca de los [i]aberrantes[/i] o de [i]primigenios[/i]. Soy humana, tengo 27 años y en el poco tiempo que he vivido solo pude experimentar una fracción de toda la existencia que tú has experimentado. Y en esa fracción, en esa diminuta pieza de conocimiento que en mi infinitesimal vida he podido adquirir, se encuentra la única cosa que sí sé. — [b][color=#FF6347]Sezerkhan, mi emperatriz, [i]eres genuinamente buena persona.[/i][/color][/b]
EDITADO EL 31-03-2023 / 19:19 (EDITADO 2 VECES)
3 VOTOS
Elena-elenita7890Hace 1 año143
[center][/center]

[center][size=21][b]Quiéreme[/size][/b][/center]

[center][i]Como si hubiéramos vivido juntos una vida entera.[/i][/center]

[center][i]Es curioso, ¿no crees?, haber pasado una eternidad sin ti, habiendo llegado a ser la madre de tu reino. De tus hijos. De los que nunca fueron míos.

De los de todos ellos. 
Dejasteis tantos niños en busca de madre.
Tantos humanos en busca de amor.[/i][/center]

[center][/center]

[i][center]Hazme caso, sube el volumen.[/center] Y mientras suena la música, tan despreocupada, piensas ¿cuánto durará? Sin embargo durante esos dos minutos con veintisiete segundos levantas los brazos, tus caderas se mueven al compás y tus pies se deslizan por toda la habitación. Los agarras en brazos, y sonríes. Ya apenas puedes con los dos a la vez. Has tenido que dejar la copa de vino y casi coger aire. ¿Pero que más da? Son solo dos minutos con veintisiete segundos de canción. Tan solo dos minutos con veintisiete segundos de desconexión. En los que estarán a salvo. Con el sonido de las bombas lo suficientemente lejano como para ser solo un murmullo. Y tu subes el volumen. [center]Un poco más. Súbelo un poco más. Permítete este lujo.[/center] Das una vuelta sobre ti misma, los aúpas un poco, y cantas. Cantas como si hubieras nacido sabiendo inglés. Como si cada hebra de tu ser supiese cada letra de la canción. Les dedicas un "you're the one". Y cuando los miras, así tan de cerca, sus pequeñas caras, aún le ves. Se parecen demasiado. Demasiado a él. Pero viéndoles, lo sabes. Son lo que más querías. Son lo que más quieres. [center]Son lo único que te mantenía viva.[/center] [center][/center] Son lo único que avivaría el recuerdo cuando los días se volvieran fríos. Son lo único que nos quedaría. Son lo único que no podía dejar ir. Y son ahora un recuerdo lejano. De otro tiempo que no volverá. De una vida que me arrebataron. [center]Dime, ¿como no matarlos a todos? Qué no haría una madre, ¿por sus hijos?[/center][/i] [center][/center] [center][/center] [center][size=21][b]Inseparables[/size][/b][/center] [center][i]Las rectas del Hombre. Las curvas, de Dios. Y se estremecieron, cuando vieron a Dios hecho mujer.[/i][/center] [center][/center] No creí sonreír hasta que sentí como se elevaban las comisuras de mis labios. "Todo saldrá bien". Si yo lo digo, ¿tendrá el mismo efecto? [b][color=red]- Aunque puede que me alegre de caerte bien, fingiré que me da igual. Te he hecho de niñera suficiente tiempo como para ganármelo.-[/color][/b] Te miré rápidamente de soslayo, mientras mi falda se cernía de nuevo sobre mi cuerpo al incorporarme. Adelanté mi rostro hasta estar a escasos centímetros del tuyo y los adornos de mi pelo tintinearon ante el repentino movimiento. Deposité mi mano sobre tu regazo dejando el libro sobre este. [b][color=red]- Te lo regalo, para que tengas mas hobbies a parte de darle de comer a los peces.-[/color][/b] Entonces me separé, antes de escuchar murmullos de una pareja que pasaba alejada y miraban dubitativamente. Bajé la cabeza en señal de saludo ganándome una sonrisa por su parte, mientras volvía a bajar la mirada con una compostura envidiable. Cuidado, nos observan. [b][color=red]- Ya sabes. Lo esencial es invisible a los ojos.-[/color][/b] Y mi voz sonó nítida, pero demasiado baja para oídos humanos. Antes no era así. No había historias sobre la Emperatriz de Broken Core. No había saludos, ni sonrisas. No había murmullos avergonzados. Ahora soy muchas historias, demasiados nombres para contarlos. Alzan altares con mi imagen, y también los queman. Ahora antes que Sezerkhan, soy un símbolo. Incluso para aquellos que dicen odiarme. Y no es precisamente por tan solo ser poderosa. El problema es que no es tan solo por eso. Ya no importa si poseo o no corona, si me llaman o no Emperatriz. Ya de nada valen los honorarios. [center]Yo luché muchas veces, por ellos, y ellos ahora, me amen o me odien, morirían por mí.[/center] [center][/center] Y eso es peligroso. Demasiado peligroso para seguir callada. No puedo ignorar que este estado de letargo en el que nos vimos envueltos tras la última gran guerra está a punto de acabar. Sí, aunque ahora las cosas no salgan bien, igual que tras la guerra hubo paz, algún día volverán a salir. Yo tengo toda la eternidad para que vuelvan a ir bien. Pero soy de las pocas que la tiene. Ellos no lo ven, no lo verán, igual que no vieron las guerras que acontecieron en el futuro y marcaron su presente. Igual que no entienden los sacrificios de entonces, no pueden entender los del futuro. He callado durante años, y no precisamente porque se me haya olvidado hablar. Sino porque mis palabras ya no son solo eso. Si les digo que vayamos a la guerra, lo harán. No todos, pero los suficientes. Porque la última gran batalla fue una gran victoria que trajo quinientos años de paz. Y ellos no la vieron, pero ven mi nombre en ella. Ellos ya no recuerdan los demás nombres que se quedaron por el camino. Si salgo y digo que no pasa nada, esperarán sentados por otros quinientos años más de paz. [center]Soy un vestigio de una época que nadie quiere volver a vivir. Sí, me aman y me odian, casualmente, las dos por el mismo motivo.[/center] [b][color=red]- Todo saldrá bien, ¿no? Los Vikars están descontentos. Y la gente a su vez, está descontenta con ellos.-[/b][/color] Nos habíamos quedado solos de nuevo, y mi tono de voz regresó a la normalidad. Aunque sé bien que no hay ojos, pero siempre hay oídos. ¿Pero qué más me da? Ya no me queda nada que ocultar. Todo lo que alguna vez quisieron o necesitaron saber de mí es más dominio público que mío. A veces pienso que estoy a punto de cansarme. A veces pienso que si me quitasen la corona ni siquiera querría recuperarla. Pero eso ya ocurrió una vez. El día de Sealowe asolaron todo Aevelin, para venir a arrebatarme el reino. Para recuperar todo Broken Core del yugo de mi tiranía y liberarles. Ah, es verdad, y luego me la devolvieron cuando se la di. Les dije que daba igual quién la llevase, seguiríamos estando condenados. Siempre quise equivocarme, siempre quise que me liberasen. Pero nadie lo hizo, todos cuántos lo intentaron se retractaron. [center][i][size=12]¿Por qué? Estamos condenados a ser los malos en la historia de alguien. Entonces porqué... ¿Por qué me siguen adorando?[/size][/i][/center] [center][/center] La eternidad es peligrosa, ya sabía que llegaría una época en la que ya no sería tan solo Sezerkhan La Emperatriz, sabía que para entonces sería algo más. Algo más peligroso que eso. Y nunca supe si quería llegar a ello. Quizás le tuve miedo, en mi poderosa e incesante eternidad, tan incesante que podría haber taladrado mi voluntad. Hay demasiado tiempo para pensar en esta eternidad en la que no dejo de hacerme preguntas. [center]Emperatriz Madre.[/center] [center][i][size=12]Demasiado...[/size][/i][/center] [center]Me lo dijeron una vez. Que a veces para salvar a alguien hay que aceptar que puedan odiarte por ello. Me odiaron sí, pero cuánto más me odiaron, más me amaron. Y cuánto más me amaban...[/center] [center][i][size=12]Cúan terrible, no quiero poder. No quiero poder con todo esto.[/size][/i][/center] [b][color=red]- Y sus principios, bueno, quizás sea retorcido decirlo, pero solo tienen cabida porque han sido quinientos años de paz. Es irónico hablar de libertad cuando quieres quemar los cimientos sobre los que creció. Cuando quemas al pueblo del que hablas. Los mismos que vivían como querían, solo porque no coincides con su idea de libertad. Los Vikars tan solo son un problema porque Broken Core se ha acostumbrado a la paz, sino, solo serían otra panda de matados que intentan sobrevivir a la sombra del antiguo Seeker. Es de risa, casi no habrían durado ni un telediario y ahora que no está gritan su nombre tan despreocupados. Se rebelan contra el propio sistema por el que existen. Es casi dantesco. Hablan de la tiranía de los poderosos, pero ellos queman pueblos con la misma tiranía que poderosos antes que ellos usaron para asolar y atormentar ciudades y reinos enteros. El pueblo tiene miedo, y no lo tiene de mí. Lo tiene de ellos. Lo tiene también porque si desaparecemos, ¿quién les protegerá? Es muy incómodo para un humano que está acostumbrado a justificarse en una entidad superior, hacerse cargo de si mismo por primera vez en su vida. Quizás somos un mal, pero somos el mal que eligieron por puro egoísmo.[/b][/color] [center][/center] Oh, cállate Sezerkhan. Hazte un favor y cállate por una vez en tu vida. Lamentablemente nunca me enseñaron a callarme. O más bien grité y pataleé hasta la extenuación, hasta que no quedó más remedio que rendirse en tan ardua tarea. Me retorcí ante todos los papeles que la vida me obligó a tener. Ignoré el destino hasta que la vida me golpeó. Y entonces grité hasta quedarme sin cuerdas vocales. Para cuando volví a poder hablar nunca más me callé. Llevo tantas vidas poniéndome en pie ante la injusticia, que mis piernas lo harían incluso antes de pensarlo. Destrocé mi vida en el fútil intento de hacer algo con ella. No paro de escucharlo. Muchos hablan del poco respeto hacia los gobernantes de Broken Core. Siempre ha sido así. Que calentamos los asientos y que nada sabemos hacer. Es fácil decirlo en tiempos de paz, y más fácil aún señalarlo en tiempos de desdicha. Pero se olvidan de que fui yo la que me levanté ante Salazar, fui yo quién tiró la corona a sus pies el día de Sealowe en el que devastaron al pueblo. Fui también la que gritó cuando la oscuridad se ciñó sobre Broken Core y cobijó a cuantos pudo. Fui la que llamó capullo a Seeker a la cara y consiguió pactar con él. Fui quién salió al encuentro de Thanos cuando vino a convertirlo todo en cenizas. Y fui la que llamó a todos los que alguna vez se apodaron héroes para enfrentarnos a la Romalgama. Dios Santo, he sido demasiadas cosas. Y nunca será suficiente. Sin importar cuántos años pasen, cuánto consuma de mi eternidad en todo esto. Nunca estará bien hecho, como nunca consiguieron hacerme callar. Me dicen que no me enfade, me dicen que no me indigne, de mí dicen también que tengo mal carácter, de mi dicen que tengo buen porte, de mí dicen, de mí dicen... [center][/center] [b][color=red]Es curioso, como a pesar de la paz, ahora poseo el ejército más grande y poderoso de toda la historia de Broken Core. Y mejor preparado que en tiempos de guerra, en los que apenas te daba tiempo a respirar. Siempre supe que esto no duraría para siempre, puede que ellos también, pero su mirada no les permite llegar tan lejos. Siempre piensan que le tocará a la siguiente generación, y entonces, ¿para qué lidiar con eso ahora? A mí si me tocará. Al igual que me tocaron todas las anteriores. No importa. Por mucho que ahora Broken Core arda. La paz volverá algún día, igual que las guerras, volveremos a ganarla y volveremos a perderla. Puede que con otro nombre o con otro rostro, con unos principios u otros. No importará si ya no llevo la corona, o si ya no hablo. Porque al final, todos esos nobles que ahora reinan en las grandes ciudades, al final del día tan solo piensan en qué les diré, y temen el día en que me aparezca frente a ellos.[/color][/b] [center][i][size=12]Y eso a veces, me da una pereza más infinita que mi eternidad.[/size][/i][/center] [center][/center] [center][i][size=12]Basta ya. Basta.[/size][/i][/center] [center]Que digan. Sé madura, decían.[/center] Estoy enfadada. Por el amor de los todos los dioses estoy enfadada. Y me importa un comino sin tengo derecho a estarlo. Estoy indignada, estoy frustrada. ¿Se sentirían así cuantos intentaron enseñarme? Probablemente. Son como niños, son testarudos niños que quieren estrellarse solos. Gritan y lloran, y te insultan cuando intentas consolarles. No quieren que les ayude pero se molestan si no lo haces. Debes dejarlos ir pero tú no puedes irte. [center]Seremos incondicionales. Inseparables.[/center] [b][color=red]- Podría mandarles los ejércitos y seguramente les destruiríamos. Quizás llevase tiempo, pero lo lograríamos. Podría ir yo, y sin lugar a dudas les destruiría, quizás en menos de un pestañeo. Podría incluso borrar su recuerdo de la faz de los universos. Pero no lo haré. Siempre lo he dicho, es mucho más fácil imponerse que sobreponerse. [center]Ellos luchan por la libertad, supuestamente. Supuestamente, yo también lo hice.[/center] Puede que no compartamos métodos. Pero no necesito compartir nada para respetar la vida ajena.-[/color][/b] Me detuve cuando los pasos de mi escolta se hicieron demasiado sonoros. Venía al trote hacia nosotros, con la frente perlada de sudor en una expresión asustada. Debía de llevar bastante tiempo buscándome. Pobre incrédulo, sigue pensando que si me pierde de vista podría pasarme algo trágico. Se recompuso nada más alcanzarnos, ah, no vaya a ser que mostremos sentimientos. [b]- ¿Esta usted bien Emperatriz?-[/b] No me giré y mientras te miraba sonreí genuinamente. Como quien sabe que va a cometer una maldad. [b][color=red]- No, estoy muy enfadada.- [/color][/b] Agradecí enormemente que no me hiciera falta verle para conocer con exactitud la cara de estupefacción que se le acababa de quedar. Y me eché a reír, tan sonora como mis palabras, tan sonora como mi descaro. [b][color=red]- Al menos, ya sé que vamos a hacer con todo esto.-[/color][/b] Alargué la mano, tendiéndotela. [b][color=red]- ¿Vienes? No me apetece reírme sola. Es frustrante.[/color][/b] Hay tantas cosas que ya no quiero. Quizás empezar por esa carta no esté mal. Si voy a ser criticada igualmente que más da saltarse algún que otro protocolo y hacer aparecer un sobre en manos de mi destinataria. Si me van a querer o a odiar, ¿que más da? Al menos... [center]Lo que no puedas ganar, empátalo. Lo que no puedas empatar, enrédalo.[/center] [center][i][size=12]Emperatriz Madre, ¿no?[/size][/i][/center] [center][/center]
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