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[center][size=20]La Lucera, 500 años después de los eventos sucedidos en Creative Stories.[/size] [/center] El sol se iba alzando aquella mañana en aquella colonia del reino de Auralia. Mientras en su planeta caía la noche, en este lugar, situado en Broken Core, se hacía el día. Se podía ver a los marineros surcar el río Crisal en sus barcas yendo a por las presas acuáticas de la mañana, los comercios abrían y la gente comenzaba a llenar las calles. Era una mañana más en la colonia de La Lucera, sus calles sonaban y se veían como muchísimos años atrás. Pero para ponernos en situación tenemos que saber un poco de historia... La Lucera es una gran ciudad-colonia que forma parte de la corona de Auralia, la cual hacía muchas generaciones fue tomada por el que se conocía en aquel entonces como el Dios de la Justicia; Kiath Thais. La Lucera, antes de todo, no era más que un lugar devastado por la Corrupción a la que se había enfrentado toda vida de hacía más de 500 años. No fue hasta que el rey de entonces, Thais, se hizo cargo de ella, que no comenzó a ser un lugar habitable. Pero fue con las generaciones venideras que La Lucera fue cobrando fuerza, pues al fin y al cabo era de las principales vías de comunicación directa que se tenía desde Broken Core con Auralia, puesto que esta ciudad contaba con una de las torres que la antigua emperadora Sezerkhan había proporcionado, torres que facilitaban los viajes y comunicación entre aquellos lugares con los que contaban con una de ellas. Todo esto lo aprovecharon para el comercio, convirtiéndose así en el lugar a donde aquellos que no podían permitirse de una manera u otra acceder a Auralia y sus productos propios podían acudir. Se puede decir que, respecto a toda la edificación que caracterizaba al resto de reinos y, en general, zonas de Broken Core, La Lucera contaba con una apariencia mucho más atrasada. Esto era debido a las costumbres de Auralia, la cual a pesar de conocer y contar con tecnología, como honra a sus raíces divinas, prefirió adoptar por una representación cercana a los reinos divinos. Y al fin y al cabo, eso era Auralia. Tras la dinastía de Kiath, se convirtió en un reino divino. Es por ello que se podían encontrar multitud de seres algo más fantásticos que quisieron huir con los años de la modernización. Y como todo lugar parecido a lo medieval, había un castillo. Y es ahí donde nos situaremos, en la parte alta de La Lucera. En sus aposentos se encontraba el gobernador de la ciudad, un hombre de cabello blanco como la seda, observando una carta que le acababa de llegar esa misma mañana con el sello real de la familia Kiath. Estaba sentado en su escritorio, junto a su ventanal, dejándose caer en la silla y llevándose una mano a su rostro. [center][/center] — [color=silver][b]El Rey ha muerto.[/b][/color] — comentaba, aún incrédulo por la noticia. Miró por la ventana, observando la ciudad en la que gobernaba. — [color=silver][b]Y no ha dejado heredero alguno al trono de Auralia.[/b][/color] — y eso era lo peor. Solo tuvo hijas, pero ninguna de ellas cargaba con la suficiente sangre divina como para poder sentarse en el trono. Los Kiath eran muy orgullosos debido a sus raíces, pues provenían de los mismos dioses, o eso cuentan las leyendas. Al fin y al cabo, las proezas que se hablaban del usurpador no podían, después de tanto tiempo y tras tantas catástrofes, corroborarse. Solo habían escritos e historias que se fueron desvirtuando con el tiempo, y aquellos que podían confirmarlas tampoco caminaban ya por el mundo. — [color=silver][b]Esto va a ser un problema...[/b][/color] — se apoyó en la ventana. — [color=silver][b]No sé a que temo más, si a la guerra que pueda haber entre las casas aspirantes al trono... o a la guerra que habrá en la propia familia.[/b][/color] — [center][size=20]Planeta Auralia, poco tiempo después.[/size][/center] La noticia del fallecimiento del rey de Auralia se hizo pública una semana después, tras su ceremonia privada ante los dioses. Se había hecho llamar a todas las casas de relevancia, tanto de la propia Auralia como del resto de reinados, pues al fin y al cabo, aquel rey, el llamado Misericordioso, había mantenido tratos cordiales y de paz con el resto de reinos, abanderados y casas. Pero Kiath Hiedn II, en su avanzada edad y sin heredero varón, había abandonado este plano, por lo cual ya no había rey Misericordioso al que acudir. Y cuando no existe un heredero claro, las cosas tambalean, pues surgen nuevos aspirantes al trono, tanto dentro de la familia como fuera de esta. Y, hablando de los primeros, allí se encontraban reunidos, en la Gran Catedral de Auralia, despidiéndose en un último homenaje público frente a las demás casas que fueron llamadas. Allí estaban todos, hijas, hermanos, sobrinos, nietos... todos luciendo la característica cabellera que, según los Kiath, demostraba que en su sangre aún corría la divinidad. Se podía observar al mayor de sus sobrinos con un semblante totalmente serio, como perdido en sus pensamientos. Hasta que una de sus primas se acercó a él. — [b]Se supone que debes de parecer triste, no que ya estés conspirando para ocupar tú el trono de Auralia.[/b] — [center][/center] — [color=grey][b]Mira a todos los que han acudido.[/b][/color] — decía, ignorando su comentario y observando a los demás asistentes. — [color=grey][b]¿Cuántos creen que de verdad respetaban al viejo? ¿Cuántos honrarán su nombre y no estarán ya haciendo planes para quitarnos de en medio?[/b][/color] — observó a un grupo en concreto. — [color=grey][b]Ahí tienes a los Anarkyn, ¿de verdad piensas que esos falsos han venido desde la comodidad de su estúpida mansión solo para despedirse? Esos nunca se mueven si no es por interés, y créeme, ahora todos tienen interés en nuestras pertenencias. Mira ahí también a los Donquixote.[/b][/color] — dijo, señalándolos con la mirada. — [color=grey][b]Sucios contrabandistas. Otros que no se mueven si no es por interés.[/b][/color] — — [b]El viejo era querido por todos, Xanadh, que no te extrañe que estén aquí simplemente por lo que representaba y lo que fue para la paz entre reinos. Bajo su reinado no ha habido apenas disputas y el trato entre las diferentes coronas siempre ha sido cordial y pacífico.[/b] — — [color=grey][b]Por favor, no me hagas reír.[/b][/color] — dijo, y antes de decir alguna palabra más, dieron paso a la quema del féretro del rey, el cual era iluminado con un gran foco de luz divina, la cual iba desintegrando en partículas de luz el ataúd y cuerpo del difunto monarca. Dichas partículas iban ascendiendo al gran ventanal que estaba en el techo, dejando escapar dicha luz. Con esto creían que, de alguna forma, tu alma viajaba al reino de los dioses, junto a todos los antiguos monarcas de la dinastía Kiath, los cuales serían recibidos por el mismo Thais, primero en su nombre y gran patriarca de su dinastía. Tras eso, dieron paso al gran convite, en el cual dejarían que todos socializasen, presentasen sus respetos y, entre algunas peleas que solían haber entre escuderos, borrachos o caballeros, se forjasen nuevas alianzas.4 VOTOS
Nuestro desafortunado aventurero era Rob-ert, un automata dotado de inmensurable curiosidad. Desde hacía ya dos semanas se le había encomendado la búsqueda del cuerno de un [url=https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwj2yY7Crt37AhUygXMKHRFbAIgQFnoECCYQAw&url=https%3A%2F%2Fes.wikipedia.org%2Fwiki%2FCernunnos%23%3A~%3Atext%3DCernunnos%2520es%2520un%2520nombre%2520dado%2Cson%2520los%2520cuernos%2520de%2520ciervo.&usg=AOvVaw2g2P_Yi5XKocYW1ZlZ8hAH]Cernunnos[/url], que se supone aumentará la virilidad del rey Salazar VI de Aevelin, nombrado el Impotente. Evidentemente, pensó otro rey; [i]"una máquina sería la elección perfecta para la tarea"[/i]. La proposición transcurrió del siguiente modo: [center][/center] – [i][b]Verás, Rob-ert, nosotros nos encontramos muy lejos de allí donde convive el hombre con el dragón. Aquí, en Saltamonte, todas las especies estamos comprometidas con la razón[/b][/i] –dijó Mongo, pues así se llamaba el peludo monarca de Saltamonte. – [i][b]No obstante, es esencial que todo esto termine de una vez. ¡Ha llegado el momento de abrirse al exterior![/b][/i] –exclamó con los brazos abiertos como si fuera un chimpancé. –[b][i]Te dirigirás a Aevelin. Tu misión será reavivar la pasión de Salazar VI el Impotente. De este modo no resultará demasiado difícil ganarnos su confianza, teniendo en cuenta que sus fracasos conyugales se han hecho eco por todo el continente. Así daremos nuestro primer paso[/i][/b] –y Mongo se volteó hacia Rob-ert, que escuchaba atentamente sin comprender en realidad la gravedad de la situación. – [b][i]¿Lo has entendido?[/i][/b] [center][/center] El automata se cuestionaba si debería estar exhausto tras haber viajado durante un par de semanas sin descanso. Se encontraba sentado en el asiento de un vagón de tren, prácticamente vacío, que se dirigía hacia la frontera. A su lado yacía un sabueso de tamaño medio, el cual se había colado entre el bullicio del gentío. Supuso que el viaje sería aburrido. Al menos así parecía hasta que percibió delante de sus narices a una mujer, de unos cuarenta y tres años de edad, moviéndose espasmódicamente ante un móvil. [i]"¿Qué le ocurrirá?"[/i], reflexionaba el androide. Así que se dirigió a ella con la finalidad de descubrirlo. Situándose detrás, quieto como una estatua, le extendió una mano sobre el hombro. – [b][i]¡Eh, tú, hijo de la gran puta! ¿¡No ves que está grabando un Tik Tok!?[/b][/i] –le espetó uno de los hombres ahí sentados. En un veloz movimiento de manos había sacado una pistola que apuntaba a la cabeza del robot. – [b][i]¿Quién? ¿Yo?[/b][/i] [center][size=20][color=red][i]¡Zzzzzaaaaaasssss![/color][/i][/size][/center] [right]– [b][i]¡Ngh! ¡Maldita chatarra![/b][/i] [/right] En un abrir y cerrar de ojos, Rob agarró el brazo del individuo y lo separó de su hombro. La sangre erupcionaba de su amputada extremidad como un volcán, acompañada por una corriente sonora de gritos e injurias. Ciertamente estaba algo aturdido por la facilidad con la que le había arrebatado el arma a ese hombre, así que trató de devolvérsela junto a su brazo, atravesándole involuntariamente el pulmón izquierdo. El sujeto cayó de rodillas borboteando un vómito enrojecido de sus comisuras. Breves segundos después, la mujer anteriormente mencionada desapareció en pánico con el resto del vagón. El sabueso le mira detenidamente. No se había movido ni un ápice. Al parecer mastica uno de los dedos que habían salido disparados durante el incidente. A juzgar por su aspecto debía resultar sabroso, pues el perro tardó poco menos que un pestañeo en engullirlo. Luego se volvió de nuevo hacia Rob-ert, y ahora sentado, el robot se encogió de hombros. – [b][i]A mí no me mires. Comételos a ellos.[/i][/b] [center][/center]1 VOTOTakretm-1212218Hace 1 año2EDITADO EL 15-12-2022 / 16:18 (EDITADO 3 VECES)
Aquel día no se personó en el cuartel, le tocaba guardia directa en las calles de Aevelin. Aquel hombre de aspecto cansado y cabellera rubia le daba un sorbo a su disimulado whisky en un vaso de café. — [color=#DDB71C][b]Otro día más la misma mierda.[/b][/color] — decía, observando con algo de dolor de cabeza las calles. De pronto, comenzó a sonar su comunicador, desplegando una imagen holográfica de la tarea del día. — [color=#DDB71C][b]Otro idiota más liándola en los vagones...[/b][/color] — suspiró, volviendo a dar otro sorbo a su refrigerio. — [color=#DDB71C][b]Joder, uno no puede tener la mañana en paz, ¿por qué no hace como todos y la lía en la madrugada? Me pilla en casa ese turno...[/b][/color] — tiró el vaso a un lado y echó a andar hacia el lugar del incidente. El tren se había parado, puesto que tras ello estaban obligados a asegurar la zona hasta que las autoridades llegasen. En este caso, aquella autoridad era él, pues por lo que estaban viendo fue un accidente sobrehumano. Y este hombre tan risueño por las mañanas era perteneciente al CSSH (Cuerpo de Seguridad contra Superhumanos) de Aevelin, el cual fue creado hacía unas pocas generaciones por el Lord de Justicia Morgan Ryder III. Aquel cuerpo de agentes estaba entrenado especialmente para lidiar contra superhumanos en vista de que, en su mayoría, siempre fueron los que más problemas causaban, y se necesitó, al parecer, muchas generaciones y desastres hasta que se dieron cuenta que tal vez era buena idea combatir el fuego con fuego y no dotar las filas de los ejércitos con solo hombres de a pie, sino que había que invertir mucho más en gente que fuese capaz de hacer frente a aquellos con dotes. El agente entró en la estación, pasando de largo de los que estaban huyendo de la escena del crimen. Había leído el reporte y parecía ser un autómata. Y es que desde que la ECIJ fue desmantelada y arrasada hacía mucho tiempo en una de las guerras entre los reinos, muchos de los autómatas, robots y cyborgs que de allí habían salido se dispersaron por todo el continente, siendo, con el tiempo, una raza más. El hombre accedió al anden, entrando al vagón y observando a aquel autómata junto a su canino acompañante ahí sentados. — [color=#DDB71C][b]Bonito espectáculo el que tienes aquí montado, hojalata.[/b][/color] — decía, mirándole de arriba a abajo. — [color=#DDB71C][b]Pero lamento informarte de que esto que has hecho, aquí en las tierras del rey Salazar bla, bla bla, señor de bla bla... no está permitido.[/b][/color] — suspiró, alzando un poco su cabeza y clavando sus desinteresados ojos en el criminal. [center][size=25]— [color=#DDB71C][b]Soy el agente Luke Monroe, y estás detenido por asesinato.[/b][/color] — [/size] [/center]2 VOTOSXhepher6734Hace 1 año3
— [b][color=#C25283]Oye Vantis, ¿y a que pretendiente vamos a unirnos?[/color][/b] — [b][color=#3EA99F]Al que pague más.[/color][/b] [center][/center] La pareja recorría los caminos relativamente bien cuidados, señal de que iban dirección a la ciudad. Los senderos más importantes solían estar mejor conservados. El que dirigía la marcha era el mayor de los dos, en sus veinte, de pelo rubio largo y descuidado, vestido con ropajes propios de un campesino. Le seguía una chica un poco más joven que él, mejor vestida, pero nada opulento. — [b][color=#C25283]Deberías haberte preparado mejor.[/color][/b] — [b][color=#3EA99F]No vamos allí a impresionar a nadie. Todo lo contrario. Son ellos quienes tienen que impresionarnos a nosotros.[/color][/b] Ninguno de los dos era una persona importante, pero ambos estaban invitados a La Lucera para expresar sus condolencias y más sinceros pésames a la casa real. Al menos, esa era la razón oficial. La verdadera razón era que su presencia daba inicio a la guerra civil, pero eso no sonaba tan bonito en la carta de invitación. — [b][color=#3EA99F]No lo estropees. Solo estás aquí porque no tenía a nadie con quien dejarte.[/color][/b] — [b][color=#C25283]Yo también soy parte de la Orden. Y ya soy mayor de edad.[/color][/b] — [b][color=#3EA99F]Solo eres parte de la Orden porque eres mi hermana. No sabes ni usar una espada. Ni magia. No tienes ni poderes.[/color][/b] Las secas respuestas del chico no daban pie a continuar la discusión. La muchacha sabía la razón de que su hermano estuviese tan irritado, pero aún así le molestaba ese comportamiento. [center][/center] La Santa Orden Hospitalaria de San Kastan luchaba en cualquier lugar donde hubiese una lucha. Su nombre engañaba, ya que si bien fue originalmente fundada hace siglos por monjes de una religión ya olvidada, se habían transformado completamente en una organización puramente militar. Algunos les llamaban, despectivamente, mercenarios o bandidos. Otros les tenían en más alta estima, ya que tenían control de facto de varios pequeños terrenos e islas repartidos por todo el mundo que, conjuntamente, conformaba un territorio respetable. Pero todos les trataban con el mismo lenguaje; dinero. Ante la muerte del Rey, vieron oportuno simplemente enviar a un solo miembro de la Orden. Ni siquiera se habían molestado en entablar contacto con los potenciales pretendientes al trono. Sabían perfectamente que el futuro rey o reina, fuese quien fuese, iba a sentarse en ese codiciado trono con un miembro de la Orden a su lado. — [b][color=#C25283]Podríamos aprovecharnos y hacernos nosotros con el trono.[/color][/b] — [b][color=#3EA99F]La corona te quedaría bien.[/color][/b] — [b][color=#C25283]¿Verdad? Piénsatelo.[/color][/b] Para cuando llegaron a La Lucera, el funeral del rey había terminado. La joven se molestó, reprochando a su hermano por no haber accedido a viajar mediante un carruaje para llegar más rápido a su destino. Vantis, por el contrario, había elegido ir caminando precisamente para evitar tener que asistir a tales ceremonias.4 VOTOSTakretm-1212218Hace 1 año4
Los secretos en los reinos duraban poco, y las noticias volaban rápido. Mientras se celebraba aquel banquete en toda la Gran Catedral de Auralia, que iba recibiendo visitantes de Broken Core a través de los portales de La Lucera y también desde el propio reino, un armado caballero se quedaba apostado, lejos de sus familiares, sin tomar parte de la ceremonia. Había llegado a sus oídos que la propia Santa Orden Hospitalaria de San Kastan estaba en camino hacia dicho evento, lo cual significaba que desde en este momento se estaban preparando los mundos para la nueva sucesión del trono. No entendía como había tanto jolgorio en un día como aquel, puesto que el que no hubiese un sucesor claro era un gran problema para el orden mundial. Era la primera vez en muchísimo tiempo que la dinastía Kiath corría peligro, ya fuese por las luchas internas o las externas. Aquel joven caballero era Sir Jhaos de los Kiath, uno de los nietos del muy anciano rey. Había rechazado a toda herencia real en cuanto se alistó a los Protectores de la Justicia Divina como uno de sus caballeros. Tras ello ascendió puestos y fue elegido como Juez Mayor y Líder de los Protectores, tanto por su desempeño como por su linaje. Si la línea sucesoria fuese por su parte, saltaría a su joven hermano Kiastha, lo cual él apoyaba. Se encontraba a lomos de su caballo, observando en la gran puerta que conectaba los reinos como iban entrando peregrinos desde La Lucera. Estuvo totalmente atento a los estandartes y a los emblemas hasta que por fin logró divisar a los que, a sus ojos, eran mercenarios, por mucho nombre pretencioso que quisiesen usar. Hizo un gesto con la mirada a sus hombres, tomando la iniciativa y saliendo al paso de aquellos dos viajeros, cortándoles el camino. Se bajó la visera, mostrando sus azulados ojos, pálida piel y blanco pelo, características de la familia real de los Kiath. — [color=dodgerblue][b]Estimado señor...[/b][/color] — dijo, mientras observaba de reojo a la chica que iba con él, agachando la cabeza en señal de saludo. — [color=dodgerblue][b]Señorita.[/b][/color] — se quitó el yelmo, dejando al aire su cabellera. — [color=dodgerblue][b]He de admitir que me esperaba unas caras más conocidas por parte de su organización, al fin y al cabo, su líder ha combatido en batallas de nuestro ya difunto Rey. Pensaba que vendría a ofrecer sus respetos... imagino que el hecho de que no hubiese dinero de por medio suscitó su negativa a venir.[/b][/color] — [center][/center] — [color=dodgerblue][b]Es una lástima, aprendí algunas cosas de él en la batalla.[/b][/color] — tras ello, esbozó una sonrisa, dirigiendo su mirada a la chica. — [color=dodgerblue][b]No me andaré con muchos rodeos, puedo imaginar ya a que han venido aquí, su líder no es idiota y siempre supo oler donde se cocía el aroma a la batalla... y al dinero.[/b][/color] — giró su caballo. — [color=dodgerblue][b]Me gustaría hablar con ustedes, si son tan amables. Mientras mis hermanos, sobrinos, primos y un largo etcétera comen, beben y saludan a los otros nobles, a mí me gustaría hablar del futuro de mi hogar. Puedo suponer que es a eso a lo que han venido.[/b][/color] — comenzó a andar en su caballo a paso lento, dirigiéndose hacia un cuartel cercano. — [color=dodgerblue][b]Acompáñenme, por favor.[/b][/color] — aquello no era una invitación. Y tanto Vantis como su acompañante pudieron saberlo en cuanto los hombres de Sir Jhaos se pusieron detrás de ellos, esperando que comenzasen la marcha. [center][/center] En aquella ceremonia se encontraban nobles de todas partes. Muchos bebiendo, otros hablando apartados entre sí mientras echaban miradas furtivas. Y Xanadh era consciente de ello. — [color=grey][b]Estamos celebrando cuando deberíamos estar preparando una nueva coronación.[/b][/color] — decía con total seriedad. Xanadh, al fin y al cabo, era un hombre metódico, por algo era el mismísimo gobernador de La Lucera, además de un comandante para los ejércitos, puesto que aquella ciudad era la principal forma de acceder al reino y debía de ser protegida a toda costa. Es por eso que no paraba de pensar en la seguridad del linaje y la corona. — [color=grey][b]Nadie más que un Kiath debería de poseer la Divina Espada de Auralia... Justice.[/b][/color] — comentaba, observando a las distintas familias allí reunidas hablando entre sí. Por otro lado, uno de los nietos del rey se encontraba bebiendo junto a su camarilla cuando de pronto se le acercó un chico de pelo ennegrecido y ojos de color rojo. Era un Anarkyn, uno de los jóvenes sobrinos del Rey Imponente. — [b]Vaya, temía no encontrarte en esta ceremonia, Athias.[/b] — dijo, esbozando una ligera sonrisa. — [b]Menos mal que he logrado echar un ojo y... vaya, qué comentario más desafortunado, mis disculpas.[/b] — Athias se giró hacia él, dejando ver como llevaba un parche en consecuencia de la pérdida de su ojo. — [color=#D7C167][b]Qué curioso, empezaba a preguntarme como es que aún no se nos había acercado nadie del servicio para ofrecernos más bebida a mí y a mi compañía. Me había hecho ilusiones al escucharte llegar, pero al verte me he dado cuenta que incluso mi servicio tiene mejor porte que un Anarkyn. Qué desilusión.[/b][/color] — [center][/center] — [b]Vigila esa lengua, Athias, o me aseguraré de que hoy los Kiath tengan una despedida más.[/b] — La tensión entre aquellos dos jóvenes era palpable, se remontaba hasta su niñez, pues fue aquel joven Anarkyn el que, en sus días de infante, arrancó el ojo de un tajo al joven de los Kiath. Lo curioso es que compartían sangre por parte de sus ancestros, ya que una de las primas de los principales Anarkyn había consumado matrimonio con uno de los bisabuelos de Athias. — [color=#D7C167][b]Vigila esa lengua, Vargo, estás en mis tierras. No querría darle un disgusto más a tu Rey, he oído que está teniendo algunos problemas con esa cosa colgante defectuosa a la que aún llama polla.[/b][/color] — observaba con cierta sonrisa de arriba abajo al Anarkyn, encarándole. — [color=#D7C167][b]Tal vez deba de cortarle la tuya y mandársela en una caja, tal vez le encuentre uso. Y si no, siempre podrá metérsela por el c-[/b][/color] — — [color=#ACE8C1][b]Asthia, ¿qué dije de las peleas?[/b][/color] — un sonriente hombre interrumpió la situación, con un aura amenazante a pesar de su jovial semblante. Era uno de los tíos del joven, el cual se encargaba de su tutela y entrenamiento. — [color=#ACE8C1][b]No en días como este, y no con nuestros invitados.[/b][/color] — [center][/center] — [color=#ACE8C1][b]Ve con tu hermano, creo que se ha pasado un poco con la bebida.[/b][/color] — a regañadientes el joven se marchó, dándole con el hombro al otro chico. — [color=#ACE8C1][b]No hay necesidad alguna de provocar, Vargo. Cuando queráis una pelea justa avisadme y arreglaré las cosas para que podáis tener un combate. Pero si provocas algún daño en un día como hoy os separaré las cabezas del cuello tanto a ti como a él, ¿entendido?[/b][/color] — no era la primera vez que ya reprendía a ambos chicos. — [color=#ACE8C1][b]Ve a beber y comer. Imagino que para los Anarkyn ha debido de ser un cansado viaje, es una pena que vuestro Rey no haya podido venir, ¡nuestro querido tío y él eran muy amigos![/b][/color] — tras decir eso, continuó su camino con su feliz semblante.2 VOTOSXeper1574Hace 1 año5
[center][spoiler="Tema."]1 VOTOXhepher6734Hace 1 año6[/spoiler] [/center] ¡Mierda, ya le quedaba tan poco para llegar a su destino! Un eléctrico sobresalto hizo volverse al autómata hacia su interlocutor. Maldecía en voz baja... — [i][b]Tengo que dejar de matar gente. No soy lo suficientemente famoso como para que me perdonen[/b][/i] —entonces, fue el perro quien respondió al defensor de la ley. Con un enérgico ahínco canino, el sabueso embistió al agente y veloz como una bala salió disparado hacia el andén. Rob-ert le siguió poco después aprovechando la distracción. Ambas especies se abrían paso por la muchedumbre a mordiscos y empujones, especialmente a mordiscos por parte del androide. Ingenuamente, creyeron ser libres una vez llegaron al exterior. Una filera de coches patrulla les esperaban al final de la calle. Sin vacilación, uno de ellos arrancó sirviendo como punta de lanza para el resto. Rob-ert sentía de nuevo una corriente eléctrica deslizarse por sus circuitos. Era incapaz de moverse. No obstante, el sabueso rugió algo vagamente similar a un grito de guerra y se lanzó hacia su inevitable destino. [right][/right] [center][size=22]— [i]¡Cuidado![/i][/size][/center] — [i][b]¡Todo es por culpa de los maricas! ¡Nos trajeron el sida y la corrupción![/b][/i] —daba la razón al telediario de [url=https://www.foro3djuegos.com/nicomunidad-foros/tema/45662368/0/hilo-unico-recopilacion-de-morgans-news/]Morgans News[/url] un eterno anciano en su apartamento. [center][/center] [center][size=24][color=red][i]¡Kaaaabooooom![/i][/color][/size][/center] [center][/center] El viejo desvió su atención de la televisión cuando escuchó un estrépito golpe en la pared. Insólito, vio abrirse un agujero por el que pasaban un vehículo policial, un automata en posición fetal y un perro espídico entre sus brazos. El anciano pensó que fuere lo que fuere lo que estuviera pasando, debía ser culpa de los maricones. Algo de razón tenía. Finalmente, el coche frenó al impactar contra una columna de textura gelatinosa compuesta de cemento y moco de gigante. El androide no daba a crédito, pero se sintió aliviado al ver a aquel chucho ileso. Este le devolvió el gesto dejando escapar un llanto perruno. Muelles y tornillos salían disparados por doquier. Rob-ert, moribundo y aún incrustado en la columna, trató de explicar: [center][/center] — [i][b]Ven... [size=13]go en...[/size] [size=10]son de...[/size] [size=8]pazzz.[/size][/b][/i] [center][/center]EDITADO EL 15-12-2022 / 18:30 (EDITADO 1 VEZ)
— [b][color=#C25283]¿Crees que veremos alguno de esos chismes raros de los otros reinos? ¿Como un robot?[/color][/b] — [b][color=#3EA99F]Ojalá que no.[/color][/b] Los hermanos apenas habían tenido tiempo de acomodarse en la ciudad cuando recibieron la llegada del primero de los Kiath. Vantis demostró serenidad, apenas alterando la expresión de su rostro ante la presencia de alguien mucho más importante que él. Tal vez esa fuese una de las razones por las que fue elegido. El joven distaba mucho de la muchacha, quien no ocultó lo más mínimo la excitación de que alguien de la nobleza le dirigiese la palabra. — [b][color=#C25283]¡Encantada de ...![/color][/b] — Pero Vantis le hizo un suave movimiento para interrumpirla. Escuchó pacientemente las palabras del jinete, sin responder. Pese al comportamiento estoico que el joven buscaba mostrar, no pudo evitar sentir cierta incomodidad ante la numerosa multitud de soldados que les habían rodeado. Una vez que comenzaron a caminar, Vantis decidió que era un buen momento para tomar el turno de la palabra. Con los nobles hay que tener cuidado, o eso le habían dicho. — [b][color=#3EA99F]Si me lo permite, quisiera excusar a mi líder. El Gran Maestre se pondrá en contacto proximamente. El fallecimiento del Santo Rey ha supuesto una conmoción entre nuestras filas.[/color][/b] — En otras palabras, La Lucera no era el único sitio donde se estaban gestando intrigas políticas. El Gran Maestre llevaba muchos años en su cargo y muchos deseaban dar un rumbo nuevo a la organización. Tanto como si el antiguo líder se imponía o si otra facción ganaba el poder de la Orden, a Vantis no le importaba. — [b][color=#3EA99F]Antes de nada, mi nombre es Vantis, y soy el representante oficial de la Santa Orden en La Lucera. Mi acompañante es mi hermana, Mikela, que también forma parte de la Orden.[/color][/b] — La ausencia de apellidos delataba que eran campesinos o huérfanos. O ambos. Probablemente no la presencia más adecuada para representar a la Orden de cara a la casa real más importante de aquellas tierras. La joven se acercó al hermano. — [b][color=#C25283]¿No habría que decirles nuestro rango?[/color][/b] — [b][color=#3EA99F]El mío es confidencial y el tuyo no importa.[/color][/b] Aquella respuesta irritó a la muchacha lo suficiente para que no quisiese dirigirle la palabra el resto del trayecto. [center][/center] — [b][color=#246A0B]Donde está ...[/b][/color] [center][/center] — [b][color=#246A0B]¿¡Donde está el baño!?[/b][/color] El eco de aquel grito de dolor recorría kilómetros. — [b][color=#246A0B]Pues nada, ante la necesidad cualquier agujero es trinchera.[/b][/color] — [b][color=#B87333]Así no era ese dicho.[/color][/b] — [b][color=#246A0B]Cierra la puta boca.[/b][/color] Con cierto enfado, decidió en ese momento y lugar aliviar sus necesidades en uno de los agujeros que conectaban con el río de magma en las profundidades de aquel acantilado. En ese momento el suelo a sus pies se quebró y, sin poder terminar de orinar, el hombre cayó a su muerte. Cuando los gritos cesaron y la lava terminó por deshacer su cadaver, el otro hombre presente sacó de su pequeña mochila una esfera plateada. Sin tomarse demasiadas prisas ni mostrando el menor ápice de preocupación ante lo sucedido, presionó con un dedo una parte de dicha esfera. Un destello de luz momenanteo después, el recién fallecido apareció sin el menor rasguño al lado del hombre. — [b][color=#246A0B]Gracias.[/b][/color] — [b][color=#B87333]Subnormal.[/color][/b] Ignorando el insulto, el resucitado volvió a acercarse a uno de los agujeros. — [b][color=#B87333]La madre que te parió.[/color][/b] — [b][color=#246A0B]¿Que? Culpa de esa cosa por revivirme con ganas de mear.[/b][/color] Media hora después, ambos salían de aquel agujero infernal. Ninguno mostraba molestia alguna por haber pasado las últimas dos horas en un crater volcánico a más temperatura de la que los humanos normales podían sobrevivir. — [b][color=#246A0B]Este sitio es una mierda.[/b][/color] — [b][color=#B87333]Los lugares donde el tejido del espacio-tiempo es más sensible suele tender a volverse más activo. Este sitio haría de buen portal hacia otros mundos, aunque habría que limpiarlo primero. Si abrimos una puerta aquí, tal vez los del otro lado caigan en la lava.[/color][/b] — [b][color=#246A0B]Ah, sí, tenemos un portal que no podemos usar. Misión cumplida. Pronto toda Aurelia será nuestra.[/b][/color] — Dijo, con claro tono sarcástico, dando dos palmadas. — [b][color=#246A0B]¡Temed, Kiath, jodidos bebés incesto![/b][/color] — Gritó al cielo, casi esperando una respuesta. Su acompañante se dio media vuelta. No le respondió con la típica jerga que ambos se traían desde que empezaron a trabajar juntos hacía diez años. [center][/center] — [b][color=#B87333]Respeta a tu enemigo. Cuando estés a su merced, puede que tengan un poco de piedad contigo.[/color][/b] Dejando sin palabras a su acompañante, el caballero de la armadura pesada reanudo su caminata. — [b][color=#246A0B]Eh, ¿que quieres decir con eso? ¿Me estás llamando débil? Solo porque tengas una armadura chula no te hace mejor que yo. Payaso, que vas presumiendo de casco a todos lados. ¿Que haces con una armadura de metal en un jodido volcan, eres tonto? Eh, te estoy hablando. ¡Oye![/b][/color] — Ambos caminaron hacia la infinidad del desierto, desapareciendo entre sus arenas.3 VOTOSElena-elenita7890Hace 1 año7EDITADO EL 04-12-2022 / 19:28 (EDITADO 1 VEZ)
[center]El sonido reverberaba contra un trono envuelto en flores.[/center] [center][/center] Sus dedos aporreaban con insistencia el reposabrazos. Sin copa que los entretuviese en otra cosa. Su larga cabellera caía sobre sus hombros desperdigada en ondulados mechones. Y sus ojos llevaban largas horas sin abrirse. Todo el que había osado entrar en la sala se había ido sin mediar ni tan solo una mísera palabra. El hedor de un intangible temor flotaba en el ambiente. El temor a perturbarla. La eternidad la había vuelto apática, en ocasiones violenta y sobre todo, volátil e impredecible. O al menos eso decían los que lograban mantener un mínimo de contacto. O más bien, el único que lo hacia. [b]-Van nueve, solo te lo recuerdo por si perdiste la cuenta.-[/b] Ni un mísero ademán de abrir la boca. [b]-Y estoy seguro de que todos y cada uno de ellos pretendían decirte lo mismo.-[/b] Tan solo un hosco ronquido y un pequeño golpe del dedo corazón de la otra mano que le hizo descompasar el repiqueteo de la derecha. [b]- Lo haré yo pues. Se matarán entre ellos. En honor a la misericordia deberíamos mandar algo más que una mera carta de pésame y mantener una torre como nexo.-[/b] Unos ojos opacos e inexpresivos se abrieron para escudriñar sus facciones. [b]-Lo sabes bien. Por muy jodido nombre de Emperatriz Madre que lleves, la única razón por la que este reino sigue con vida es porque es lo único de madre que tienes. Las guerras por las sucesiones son las sangrías del pueblo. La mera puta sucesión es una ulcera para un reino Y somos su maldito reino vecino.-[/b] Mientras ella simplemente se fijó en como, a pesar de los tacos optaba por mantener un tono inexpresivo, pero la rigidez que adoptaba su mandíbula en cada pausa le delataba. Optó por no responder, mientras contaba los segundos que tardaba en resoplar y en volver a ver su boca abrirse, esta vez, con más vehemencia. [center][b]Por el amor de los jodidos dioses. No me creo que te haya comido la lengua el gato.[/b] [i]Siete segundos. Vaya, quizás estaba ante su nuevo récord.[/i][/center] Se levantó, y su falda se arremolinó a sus pies. tapando unos tacones ostentosamente enjoyados innecesariamente. Solo hubo un leve movimiento de su mano, del que podría haberse dicho que señaló la puerta vagamente. Entonces, entre las miradas se produjo una breve conversación con la que su labio izquierdo se curvó hacia arriba y como acto reflejo las facciones del hombre se relajaron, y con ellas, desapareció aquél deje airoso, adoptando el más formal de los adioses. [b]- Iré yo entonces.-[/b] Lo acompañó de la más escueta de las reverencias, y cuando su cuerpo hizo ademán de girarse. Su voz cortó el aire de forma grácil como si llevase haciéndolo durante todo el día. [b][color=red]Alter Vom'Quer, seria...-[/b][/color] Un escueto suspiro, presa de la pereza más abrumadora. [b][color=red][left]Muy tedioso para mí,[/left] [center]tener que...[/center] [right]ir a recoger tu cadáver.[/right] [center]Lo entiendes, ¿verdad?[/center][/color][/b] [center][i]Once segundos.[/i][/center] [b]-Sí Emperatriz Madre. Se hará como ordene.-[/b] Y agachó la mirada, mientras ella volvía a sentarse cerrando los ojos, en un sueño lúcido insondable. Por un momento, deseó quedarse ahí, intentado descifrar los pensamientos de esa Emperatriz que ya apenas hablaba. Intentado rememorar tiempos en los que el apodo de Emperatriz de las Palabras podría haberle hecho justicia. De ser ese entonces la habría insistido en que le acompañase. Pero no, de aquellos tiempos ya nadie se acordaba. Y al menos por el día de hoy prefería perder la cabeza en una cena llena de víboras peleando por un trono, por absurdo que pudiera sonar, que pretender que le acompañase siquiera a la entrada. Y ese fue el pensamiento que le impulsó a cruzar como una exhalación hasta la torre, para llegar a la ciudad de La Lucera como enviado oficial.5 VOTOSXhepher6734Hace 1 año8
[spoiler="Spoiler"]HOLY SHIT ES ELENA ES ELENA ELENITA COMENTANDO HOO LE SHEET DAME VOTITO ELENA DAME VOTITO DAME [/spoiler] [center][/center] — [b][color=#EAC117]En honor a los dioses, llenad los cielos con sus feligreses.[/color][/b] Que cobardía y miseria. Que sacrilegio, las llamas de la catedral alzadas. Aquellos hombres mentían, engañaban con su respiración. Sus armaduras de metal hacían pensar en que tendrían el menor atisbo de honor al combatir, honor digno de un soldado. Pero un soldado no saquea. No, un soldado saquea. Todos saquean. Todos matan, violan, roban, matan, violan, roban. Pero nunca así. Nunca así. [center][/center] Un niño observaba estupefacto como el fuego devoraba su aldea. Era como magia. El fuego borraba la existencia de su hogar de la faz de aquel planeta, como si fuese magia. Ayer estaba ahí, mañana no habrá nada. Por supuesto que el niño no podía estar pensando en esas cosas. No había ningún niño. Estaban todos muertos. La peculiaridad de los días de luto, como la muerte del rey de turno o de algún noble importante cuyo nombre es automáticamente olvidado al día siguiente, es que son fechas perfectas. La gente se reúne en la plaza y en las iglesias, y pocos guardias se quedan en el puesto. Ah, en efecto, él sabía que sus hombres adoran estos momentos. Solo una banda conformada por escoria inhumana atacaría a una aldea indefensa mientras están en la iglesia, y que afortunado era él de que sus hombres fuesen precisamente así. El último grupo de desgraciados que lideró tenía más escrúpulos. Pero ellos no. Estos no. Mientras sus hombres disfrutaban del dinero, mujeres y esclavos capturados, él se mantenía al margen. Exceptuando en el momento del combate, donde su espada era absolutamente imparable y feroz, él no era un hombre agresivo. No disfrutaba de los capturados, ni tampoco se deletiaba especialmente por las riquezas obtenidas. — [b][color=#EAC117]Diles a los hombres que aprovechen para divertirse. Por la noche recogemos las cosas y nos vamos. Llevamos los esclavos que podamos y los vendemos rápidamente en el primer sitio donde desembarquemos.[/color][/b] Entre el círculo de hombres de confianza que le rodeaban, bajo el techo de una de las pocas casas que no había sido destruida durante el brutal pillaje que sufrió aquel pueblo horas antes, varios se quejaron. Algunos querían quedarse más tiempo. Otros incluso querían marcharse antes. Él era un líder que permitía debate y crítica. No le interesaba dirigir su grupo con mano férrea. Así se ahorraba motines. — [b][color=#EAC117]No vamos a quedarnos aquí hasta mañana. Los hombres de los Kiath van a estar muy cabreados cuando se enteren de que nos hemos aprovechado del día de luto por su rey para saquear. Bueno, no, eso les da igual. Pero no les hará gracia que lo hagamos tan cerca de su centro de poder. Ah, y tampoco vamos a marcharnos inmediatamente. ¡Hay que divertirse un poco![/color][/b] Jolgorio y diversión, los hombres asintieron y rieron. En una remota aldea sin nombre, que hoy es aldea y mañana será restos de una, lo que en siglos pasados habría pasado como un simple ataque de piratas era esta vez un preocupante indicio del futuro caótico que esperaba a ese mundo. Tal vez la muerte del rey dio comienzo la nueva era, aunque al líder pirata le gustaba pensar que aquel fue solo un suceso irrelevante de una red de sucesos irrelevantes. Pero Torvar no era nihilista, todo lo contrario, disfrutaba mucho de la vida, tuviese esta sentido o no. Torvar no creía que los nobles reinasen el mundo, sino que era el espíritu libre de aquellos individuos que buscasen rebelarse contra el status quo medieval y fantasioso quienes realmente gobernaban aquel astro. Él, sus hombres, y las docenas de cientos de grupos de piratas, bandidos, aventureros y mercenarios que se aventuraban por los mares eran los auténticos humanos, merecedores de todo lo que ese planeta pudiese ofrecerles. Y lo cogerían por la fuerza, sin duda. Era el inicio de la época de los Vikars, donde las gentes libres surcarían los mares y tomarían lo que quisiesen, cuando quisiesen.2 VOTOSXeper1574Hace 1 año9EDITADO EL 05-12-2022 / 23:35 (EDITADO 1 VEZ)
[center][spoiler="Tema."]2 VOTOSTakretm-1212218Hace 1 año10[/spoiler][/center] [center][/center] [center][i][size=29]E[/size][size=20]xterior de la Lucera.[/size][/i][/center] [center][/center] El más joven de los Anarkyn no sentía respeto alguno por la corona, así que no hizo acto de presencia. Dereo decidió que el mejor momento para eludir sus responsabilidades era precisamente durante el transcurso de la ceremonia. Tocaba el arpa acompañada del graznido de los pájaros y el dulce tarareo de una muchacha, que jugaba con el pelo del príncipe. — [i][b]Me gusta como suena. Es triste[/b][/i] —ella era Fiora Taninim, segunda heredera de Aquias y, por lo tanto, de todo el mar Eryano. Tampoco simpatizaba con la causa de los Kiath. — [i][b]La compuse para mi madre[/b][/i] —recordó melancólico, acomodándose en las piernas de Fiora. — [i][b]Quédate quieto.[/b][/i] — [i][b]¿Por qué?[/b][/i] —inquirió Dereo. — [i][b]Solo hazlo.[/b][/i] [center][/center] La muchacha había entrelazado ramitas y flores pequeñas para dar forma a una corona de laurel. En un suave movimiento colocó el adorno sobre la cabeza de su acompañante. Pareció dibujarse en su rostro una leve sonrisa, entonces, orgullosa de su creación. — [i][b]¿Estoy muy ridículo?[/b][/i] — [i][b]No. No para mí...[/b][/i] —replicó la princesa. Había un deje de tristeza en su entonación. — [b][i]¿Qué te ocurre? ¿Hay algo que te preocupe?[/b][/i] — [b][i]Lo lamento mucho, Dereo, pero mañana partiré a Thalassos[/i][/b] —dijo finalmente, casi atragantándose. — [b][i]Ya estoy comprometida. Su nombre es Viorel Dhazto y... no tengo más opción que casarme con él.[/i][/b] — [b][i]¡Podría hablar con ese tal Viorel, disuadirlo de...[/i][/b] — [b][i]Ya está decidido. Ha sido cosa de nuestros padres. ¿Cuándo he tenido elección?[/i][/b] —de sus últimas palabras brotaron lágrimas de pena. Fiora se sentía imponente ante su destino. Tan solo por un instante, mientras compartían aquel momento, pensó que quizás podría huir de él. Fue una estupidez. No pudo ni dirigirle la mirada a Dereo. [center][/center] Antes de que este pudiera intervenir, ella ya se había marchado. De pronto, el príncipe se alarmó al escuchar una carcajada procedente de ninguna parte. — [b][i]Preciosa velada, donjuán[/i][/b] —comentó un hombre rubio apoyado en un roble. Iba vestido con los ropajes característicos de un Vikar, aunque en realidad hacía mucho tiempo que no ejercía la profesión. Ahora era un maestro de armas que servía a los Anarkyn. Dereo pareció molestarse por su presencia. — [i][b]Callate, Ingvar. La cosa no va contigo[/b][/i] —y dirigió su atención al colgante que le envolvía el cuello. En él, podía apreciarse un grabado del símbolo real de los Anarkyn. Lo detestaba. — [i][b]Todo es por su culpa...[/b][/i] —le recordaba a su padre. Detestaba todo lo que le recordará a él. ¿Por qué había decidido comprometer a Fiora con otro hombre? Todo aquello escapaba a la comprensión del muchacho, que agarró el colgante con fuerza y, sin medir palabra, lo lanzó contra el lago. — [i][b]¡Maldita sea! ¡Le odio![/b][/i] [center][/center] Ingvar calmó al encolerizado Dereo, tal y como había hecho ya muchas otras veces. — [i][b]Venga, tenemos que volver. Se está haciendo tarde[/b][/i] —y los dos abandonaron el idílico paisaje, aventurándose hacia el largo camino que conducía a la ciudad. [center][/center]EDITADO EL 15-12-2022 / 16:20 (EDITADO 4 VECES)
[center][size=25]— [color=#DDB71C][b]Ugh... cómo voy a explicar esto.[/b][/color] —[/size] [/center] Decía preocupado el agente Luke, rascándose la cicatriz de su cara mientras contemplaba el estropicio que aquel autómata había realizado. Se encontraba frente a él, escuchando sus palabras. — [color=#DDB71C][b]Quien sea que esté en el canal de comunicación, mandadme a un cerebrito para mantener encendida esta máquina.[/b][/color] — decía, poniéndose de cuclillas frente al robot y una mano en el perro, acariciándolo. — [color=#DDB71C][b]Lo siento, amigo, pero de donde yo vengo, en son de paz no es arrancarle las extremidades a un capullo que hace TikToks.[/b][/color] — luego miró a otro lado, pensativo. — [color=#DDB71C][b]Aunque bueno, eso sería en un mundo ideal.[/b][/color] — de nuevo, miró al autómata. — [color=#DDB71C][b]Pero este es el mundo en el que nos toca vivir, con sus reglas, reglas que yo debo procurar hacer que se cumplan. Además, ¿qué clase de "misión de paz" debe de traer un hojalata?[/b][/color] — entonces llegaron unos mecánicos, los oficiales se pusieron a acordonar la zona. — [color=#DDB71C][b]Simplemente procurad que no se apague y ya. Ya estaba hecho mierda de antes, no lo dejéis mejor de lo que ya venía, no somos una ONG.[/b][/color] — se encendió un cigarro. — [color=#DDB71C][b]Has tenido suerte amigo de haberte estampado tú solo y que no haya sido yo el que haya tenido que hacer algo, ¿lo sabes? Igualmente te lo agradezco...[/b][/color] — decía, mirando hacia el agujero y viendo a agentes pasar para asegurar el sitio. — [color=#DDB71C][b]Hoy no estoy de humor... tengo un raro presentimiento.[/b][/color] — y dejaba escapar el humo con aquellas palabras.2 VOTOSTakretm-1212218Hace 1 año11
— [color=dodgerblue][b]Ya veo.[/b][/color] — dijo ante la justificación de porqué su líder aún no se había personado en la ceremonia. — [color=dodgerblue][b]No pasa nada, espero de buena gana que pueda solucionar los asuntos que lo conciernen.[/b][/color] — decía, llegando a un cuartel que se había asegurado de que dejasen vacío. Hizo una seña a sus hombres para que se quedasen donde estaban y esperasen fuera. [center][/center] Bajó de su caballo, accediendo a la instancia seguido por aquellos miembros de la Orden. Habían unas copas para servirse vino, por lo que les daba a entender que era cierto que les estaba ya esperando. — [color=dodgerblue][b]Servíos, por favor.[/b][/color] — dijo con gentil voz, dirigiendo la mirada de sus azules ojos a la chica, sabiendo que en ella sí era capaz de influir más. Había notado que el chico era mas estoico, un hueso algo más duro de roer, pero nada que no pudiese manejar. — [color=dodgerblue][b]No me voy a andar con rodeos, considero que el tiempo es el bien más preciado, tanto del pobre como del rico.[/b][/color] — decía, observando con una mirada fija a ambos mercenarios. — [color=dodgerblue][b]Cuánto.[/b][/color] — hizo una pausa para analizar sus expresiones. — [color=dodgerblue][b]Cuánto va a costar que ayudéis a poner a mi hermano en el trono. Cuento con las fuerzas militares, pero eso me ayudará más dentro del reino. Quiero que la Orden sea la que controle cualquier problema fuera del mismo y aquí en La Lucera. Por otro lado, tengo entendido que vuestro líder cuenta con algunos problemas, diría que similares a los que podemos tener en Auralia. Asegurad el ascenso al trono de mi hermano y yo me aseguraré de quitarle de en medio los que le sean un problema a él.[/b][/color] — esbozó una sonrisa, mirando con gentileza a sus invitados. — [color=dodgerblue][b]Simplemente decidme en dinero cuanto queréis, y lo tendréis.[/b][/color] — entonces su rostro y su tono cambió, mirando con un aura amenazante a ambos mercenarios. De hecho, se podía notar presión en el ambiente, la madera de la instancia empezaba a crujir. [center][size=25]— [color=dodgerblue][b]Rechazad mi propuesta y conoceréis porqué somos el ejército de los dioses.[/b][/color] —[/size] [/center]3 VOTOSXeper1574Hace 1 año12
[center][/center] A la sede central de la CSSH se accedía desde un cuadro desmesurado. Todas las bases que había repartidas por el reino conducían al mismo destino. Este cuadro, muchos años atrás, fue descubierto por Morgan Ryder lll. En las oficinas se rumoreaba que el lienzo había sido imbuido por la magia de cien brujas, y qué de ahí venían sus propiedades mágicas. Otros afirmaban que era un regalo de los dioses en un milagroso acto de misericordia, porque después desaparecieron y no se volvió a saber de ellos. Fueran ciertos o no aquellos rumores, Morgan supo darle a la pieza una utilidad interesante. Quinientos años después, un afligido Rob-ert también atravesaría este cuadro figurándose sus maravillosas peculiaridades. Le acompañaban Luke Monroe y un equipo de mecánicos, que le empujaban a lo largo del trayecto. Para su sorpresa, el perro que había conocido antes le seguía a tientas, aunque con cierto cariño incondicional. Todo parecía relativamente tranquilo en el ajetreado departamento de [i]"superanimales"[/i], donde estaban ahora Rob-ert y Luke, hasta que escucharon desde un megáfono: [center][/center] [center][size=22]— [i]¡Hormiga va![/i][/size][/center] [center][/center] De ahí que una enorme cabeza de dicho espécimen traspasará la pared. Se retorcía con violencia, deslizando las mandíbulas de un lado a otro. El sabueso dio un brinco temeroso. Irónicamente, parecía una hormiga en comparación a aquel monstruo. — [i][b]¿¡Quién ha sido el imbécil que se ha dejado la puerta abierta!?[/b][/i] —esto era un día normal en la CSSH. Una vez llegaron al departamento de investigación, los mecánicos colocaron al robot sobre una camilla vertical. Entre ellos destacaba un anciano de visible deterioro, el cual ordenó que se vaciará la sala. En cuestión de segundos, así fue. Contemplaba fascinado todos y cada uno de los circuitos que constituían la figura del androide. — [i][b]¡Portentoso![/b][/i] —le dijo a Luke. —[i][b]Hoy has hecho un gran trabajo. Esto no se ve todos los días[/b][/i] —palabras mayores viniendo del Dr. Wilder, quién había estudiado las enseñanzas de Ryuzaki Daigo transmitidas por generaciones. — [i][b]Es un Rob-ert, un automata de exploración. Normalmente se caracterizan por ser curiosos y bastante bobos[/b][/i] —explicaba al agente Monroe mientras surcaba el interior de Rob-ert con diversas herramientas. — [i][b]Muy bien, amiguito. Dinos que escondes...[/b][/i] [center][/center] Los ojos del autómata centellearon cuando Wilder giró una de sus tuercas. Al girarlas de nuevo, estos volvieron a apagarse en lo que aparentaba ser un cortocircuito. — [i][b]No parece que pueda hacer nada, de momento. No cabe duda de que algo oculta[/b][/i] —sin embargo, se percató de algo curioso. Antes de que Rob-ert perdiera la consciencia, había extendido su mano en dirección a Luke. — [i][b]En cualquier caso, parece haberse encariñado contigo. Quizás piense que le has salvado la vida. "Piense." ¿No te parece curioso? ¿Soñarán los androides con ovejas eléctricas?[/b][/i] —se rió el viejecillo. Poco después recobró la compostura precipitándose a un posible semblante de desagrado. — [i][b]Te avisaremos en cuanto sepamos algo. Ve a salvar el día, agente Monroe. Pero antes de irte, dime, ¿qué tienes pensado hacer con él?[/b][/i] —preguntó con interés, señalando al perro. [center][/center]3 VOTOSTakretm-1212218Hace 1 año13EDITADO EL 15-12-2022 / 18:32 (EDITADO 4 VECES)
El Monroe seguía a aquellas autoridades hasta el cuartel. Eso es lo que él odiaba del sitio, el constante barullo que en él había. Solo de pensar en el lugar le daba migraña. Se percató del chucho que les seguía, soltando un resoplido. — [color=#DDB71C][b]Si te meas que no sea en mi escritorio...[/b][/color] — decía en una voz que sólo el podría escuchar. Mufó una pequeña risa al ver el susto del perro con aquella bestia insecto, dejando que se escondiese detrás de su pierna. — [color=#DDB71C][b]Pues esto no es nada, peludo.[/b][/color] — decía, acostumbrado a ver cosas más monstruosas en aquel sitio. Cuando llegó al departamento de investigación simplemente se limitó a echarse a un lado, escuchando de brazos cruzados como lo felicitaba aquel vejestorio. — [color=#DDB71C][b]A mí no me mires, es el genio lleno de tuercas que tienes ahí tumbado el que tiene el mérito de que lo haya pillado. Yo solo me limité a seguir el desastre que causaba.[/b][/color] — Luke odiaba, sin duda alguna, los protagonismos. Monroe observaba su explicación, con una cara de desconexión total. — [color=#DDB71C][b]"Ni siquiera le pregunté..."[/b][/color] — pensó. Pero Wilder era un buen hombre, así que no iba a faltarle el respeto de aquella manera y decirlo en voz alta. [center][/center] Observó que el robot extendió un brazo, pero fue el único en darse cuenta de que dejó caer un papel arrugado. Lo tapó con el pie, manteniendo su semblante usual. — [color=#DDB71C][b]¿Salvado?[/b][/color] — decía, rascándose la barba de pocos días. — [color=#DDB71C][b]Literalmente le he metido en uno de los sitios de mayor seguridad.[/b][/color] — escuchó sus desvaríos sobre los robots. — [color=#DDB71C][b]Wilder, creo que a veces te falta salir de este laboratorio, te lo recomiendo en serio.[/b][/color] — Luego miró al chucho, suspirando. — [color=#DDB71C][b]Qué remedio, tendré que quedármelo. No me va venir mal tener a alguien a quien hablarle cuando me emborrache sin esperar que me conteste.[/b][/color] — se agachó a acariciar al perro, pero aprovechó este movimiento para coger y agarrar el papel. — [color=#DDB71C][b]No sé como te voy a llamar... ¿qué te parece Mierdón?[/b][/color] — dijo, bautizando al canino. — [color=#DDB71C][b]Muy bien, me voy a patrullar la ciudad.[/b][/color] — decía, despidiéndose con una mano en alto mientras le daba la espalda. — [color=#DDB71C][b]Y a la tienda de animales también.[/b][/color] — dijo, disponiéndose a abandonar las instalaciones. Una vez lo hizo, se llevó la mano al bolsillo y sacó el papel, leyendo lo que el robot tenía. Eran unas instrucciones, algo que debía entregar al Rey. Una misión especialmente encomendada a él. Se ruborizó un poco, ¿era eso tal vez un veneno? ¿acababa de capturar sin querer a un regicida? Tal vez eso era lo que le estaba dando mala espina durante todo el día. [center][/center] El nombre al que hacía alusión aquel mejunje no era ninguno reconocido por el agente, pero no podía permitirse sacar conclusiones precipitadas. Tal vez fuese una misión realmente importante que pudiese decidir el futuro para bien de la nación, si ahora decía algo tal vez los más nacionalistas acabasen con el robot antes de que este fuese reparado y pudiese explicarse. Así que decidió hacer lo que mejor se le daba; hacer las cosas a su manera. Y conocía el sitio a donde debía dirigirse, uno donde conocían los venenos y especias más extrañas del bajo mundo. En el caso que fuese eso, sabrían decírselo... [center]Tendría que ir a la Casa Nostra.[/center]3 VOTOSXeper1574Hace 1 año14
@Takretm-12 El ahora bautizado [i]"[url=https://cdn.discordapp.com/attachments/1028309295793721366/1050052715922853970/827.png]Mierdón el Perro[/url]"[/i] ladró eufórico al escuchar las palabras del Monroe, como si las hubiera entendido a la perfección. En un salto casi felino había alcanzado las mejillas del agente para avasallarlas a lametones. Al parecer le había encantado el nombre, y aún más tener alguien a su lado. [center][/center] — [b][i]Pues vaya. Al final resultará que estáis hechos el uno para el otro[/i][/b] —comentó el Dr. Wilder, acostumbrado al trato sarcástico del agente. De hecho, eso era lo que más le gustaba de Luke. Pese al jolgorio de la situación, Wilder notó inmediatamente una desagradable sensación en sus pies. — [i][b]¡Maldito chucho mierdón! ¡Me ha meado los zapatos![/b][/i] —y Mierdón se escondió de nuevo tras la pierna de Luke, dándole pequeños empujoncitos para que escapasen del lugar en dirección a la casa nostra.2 VOTOSXhepher6734Hace 1 año15EDITADO EL 26-12-2022 / 20:43 (EDITADO 4 VECES)
@Takretm-12
Los dos hermanos habían seguido a Sir Jhaos y a sus hombres sin mostrarse demasiado incómodos por la cantidad de soldados armados a su alrededor. En ese aspecto, se notaba que ambos pertenecían a una orden militar. Pero en otros aspectos decantaban falta de disciplina, más concretamente la joven Mikela, que satisfecha y muy contenta cogió el vaso de vino y dio un sorbo, sonriente ante la atención que el principe le había dedicado. Una simple mirada bastaba.
Vantis miró impasible a la muchacha. Le molestaba como su hermana se dejaba cautivar con tanta facilidad. Se sentó, pero no bebió nada. — [b][color=#3EA99F]¿Cúanto, eh?[/color][/b] — Meditó, o al menos fingía hacerlo. Escuchó la amenaza y no reaccionó. Más sorprendentemente, su impresionable hermana pequeña tampoco reaccionó.
[center][/center]
— [b][color=#3EA99F]Bueno, el ejercito de los dioses es de temer, pero esto no es el cielo. Aquí, en la tierra, el ejercito de los hombres es el que gana las batallas.[/color][/b] — Respondió sin mirar a Sir Jhaos. Estaba más atento a detener a su hermana de dar otro sorbo de vino. La muchacha le intentó ignorar pero Vantis le quitó la copa. — [b][color=#3EA99F]La Santa Orden Hospitalaria no quiere dinero. Mejor dicho, no lo necesita. Mientras haya dos personas en el planeta, uno de los dos tendrá contratada a la Orden Hospitalaria para matar al otro.[/color][/b] — Mikela intentó coger la copa de nuevo y Vantis se la volvió a quitar, bebiendo su contenido de un sorbo y devolviéndole el vaso vacío. Mikela miraba triste su copa vacía.
— [b][color=#3EA99F]Pero he sido enviado aquí con la misión expresa de comunicar la lealtad de la Orden a su familia, que no haya equivocación al respecto. El Gran Maestre nunca iría contra los reinos de Broken Core, cuyas dinastías han sido elegidas por los mismos cielos. Pero ...[/color][/b] —
— [b][color=#C25283]Dame tu copa, ni te gusta el vino.[/color][/b]
— [b][color=#3EA99F]Calla. Decía, el Gran Maestre es leal, con o sin dinero.[/color][/b] — Vantis dio un sorbo de su copa de vino. Mikela resopló y se cruzó de brazos. — [b][color=#3EA99F]Pero quiere fortalecer la Orden. No solo él, los otros altos rangos también piensan igual. La Santa Orden Hospitalaria quiere ...[/color][/b] — Se llevó la mano a la barbilla. Apartó la mirada un momento y se quedó pensativo. Parecía estar eligiendo sus siguientes palabras con mucho cuidado. Incluso Mikela no se atrevió a interrumpirle.
— [b][color=#3EA99F]La Santa Orden Hospitalaria de San Kastan desea recibir el apoyo oficial de los Kiath para consolidar formalmente sus territorios y convertirse en un feudo. Un estado. Un reino con la figura del Gran Maestre, sea quien sea en ese momento, como rey. Y con el rey de Auralia como aliado y benefactor, por supuesto. Sea quien sea ese rey, en ese momento.[/color][/b]
Por supuesto, un nuevo reino necesitaba dinero, más del que se daría normalmente por contratar a la Orden para un simple trabajo. ¡Y nuevas tierras! ¿Que clase de reino no tiene abundantes terrenos donde poder cultivar y comerciar? Pero esos detalles eran la letra pequeña, casi insignificantes, comparado a la importancia que suponía pedirle a los Kiath que les diese un pedazo de los cielos a un grupo de soldados vanagloriados. O eso pensaba Vantis, quien aún se preguntaba por qué, de todos los desgraciados codiciosos por el poder que habitaban en el Castillo de San Kastan, le habían enviado a él a una misión suicida.
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