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Como todo en esta vida, la Fanta tiene sus [b]fanáticos seguidores[/b] y sus [b]detractores acérrimos[/b]: mientras que algunos la adoran y son capaces de embriagarse con ella, también los hay que la detestan hasta el punto de no poder ni verla. El presente artículo podría ser el origen de un debate entre quienes afirman que es una bebida deliciosa y quienes la definen como un brebaje peligroso, pero ese no es, en absoluto, mi objetivo. La posición de la Fanta en la escala universal de "manjares líquidos" es opinable, por supuesto. Sin embargo, lo que no es objeto de discusión es su importancia y difusión a nivel mundial. Fanta, que incluye un amplísimo repertorio de [b]más de 70 sabores[/b], es hoy [b]el segundo producto más vendido de The Coca-Cola Company[/b], siendo [b]la naranja y el limón[/b] los sabores más cotizados a nivel mundial. Pero lo que ahora nos ocupa no es su situación actual, sino su origen y su historia. Situémonos, primeramente, en el lugar y el momento precisos: [b]1941, Alemania. El III Reich[/b], habiendo ocupado media Europa en los años anteriores, se ha lanzado en uno de los movimientos bélicos mas imprudentes de la Historia, esto es, la "[b]Operación Barbarroja[/b]", con la que [b]Hitler[/b] pretende conquistar el vasto territorio de la Unión Soviética. A pesar de los planes iniciales, el avance de la [b]Wehrmacht[/b] es frenado en seco por el "ejército rojo" y, a partir de entonces, el [i]Großdeutsches Reich[/i] comienza a desmoronarse. En esta situación, surge un nuevo problema: la extensión del embargo por parte de los aliados. [b]Coca-Cola toma entonces una importante decisión en nuestro relato, que consistirá en dejar de enviar a los nazis [u]el jarabe[/u] con el que se fabrica su producto.[/b] Y esto será - como he dicho - un problema porque, en contra de lo que pueda parecer, los germanos eran grandes consumidores de este refresco nacido en EE.UU. El historiador [b]Jesús Hernández[/b] lo ilustra con precisión cuando afirma: "[i]antes de que estallase la [b]Segunda Guerra Mundial[/b], en Alemania se vendían cerca de cinco millones de botellas de Coca-Cola anuales, producidas en las [b]43 fábricas[/b] que la marca poseía en el país[/i]". Curiosamente, desde que este refresco llegó a Alemania en el año 1930, [b]Coca-Cola[/b] había apostado por presentarse como una marca local. Así, se aseguraban un mayor número de ventas en un territorio en el que los productos nacionales eran mejor considerados. Respecto a esto, "[i][b]por ejemplo, los prisioneros germanos que serían trasladados durante la contienda a Estados Unidos se sorprendían de que allí también se vendiese esa bebida[/i][/b]", afirma el historiador. De esta manera, Coca-Cola estuvo presente de forma masiva en Alemania a través de su filial «[b]Coca-Cola GmbH[/b]» (GmbH son las siglas del alemán '[i]Gesellschaft mit beschränkter Haftung[/i]', en español, 'sociedad con responsabilidad limitada'). De hecho, esta bebida tuvo tanto éxito que incluso [b]Hermann Göring[/b], vicecanciller del Reich, favoreció la expansión de la compañía, aunque con un curioso propósito: "su objetivo final era nacionalizar la empresa y apropiarse de la fórmula que posibilitaba su fabricación" (Hernández, 2007). [b]Cabe destacar que Coca-Cola fue uno de los principales patrocinadores de los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, [u]que se convirtieron en un magnífico evento de propaganda internacional para el führer Adolf Hitler[/u][/b]. Anuncio publicitario de Coca-Cola en los JJOO de 1936 en Berlín El verdadero contratiempo llegó, como decíamos antes, en diciembre de 1941 - [b]cuando los EE.UU. declararon la guerra a los países del Eje - ya que se interrumpieron las relaciones entre Coca-Cola GmbH y The Coca-Cola Company[/b]. "[i]Los empresarios alemanes dueños de las embotelladoras (...) se encontraron con la imposibilidad de seguir fabricando la bebida. Así pues, el director de Coca-Cola GmbH, [b]Max Keith[/b], quien ocupaba el cargo desde 1938, decidió crear una nueva bebida que permitiera rentabilizar las costosas instalaciones y continuar así con el negocio[/i]" sentencia el historiador. Con este objetivo, comenzaron en [b]Berlín[/b] las pruebas para tratar de producir un nuevo refresco que alcanzara unas ventas similares a las de la Coca-Cola. Tras varios intentos fallidos, finalmente se obtuvo una bebida con sabor a fruta creada con productos excedentes. Tal como concreta el anteriormente citado Jesús Hernández, "[i]la fórmula [de la bebida] era variable, puesto que dependía de las existencias que hubiera en cada momento, [b]pero el brebaje solía contener fruta, pulpa de manzana empleada en la fabricación de sidra y subproductos de la industria del queso, todo ello endulzado con sacarina y un pequeño porcentaje de azúcar[/b][/i]". [b]No obstante, aún faltaba el nombre.[/b] En consecuencia, el gerente de la filial convocó un concurso entre sus empleados, encomendándoles la misión de encontrar un nombre "[i]impactante y fácil de recordar[/i]" (Hernández, 2007). Finalmente, Joe Knipp, un veterano comercial de la empresa, "[i]reflexionó sobre las indicaciones de Keith, que les había propuesto que dejaran volar su imaginación y fantasía para encontrar el nombre adecuado, y propuso el de '[b]Fanta', derivándolo de la palabra Fantasie (fantasía en alemán)[/b][/i]". [b]La idea, simple pero original, cautivó a todos los directivos, y así, en el año 1942, nació Fanta en la Alemania nazi[/b]. Seguidamente, "[i]la marca quedó registrada, se creó una botella de diseño exclusivo y la maquinaria de venta se puso de nuevo en marcha[/i]". El nuevo refresco tuvo un éxito rotundo, y en el siguiente ejercicio económico (1943) se vendieron [b]más de tres millones de botellas[/b], aunque los datos de entonces podrían ser algo exagerados. A pesar de este gran éxito, los responsables de The Coca-Cola Company en América eran recelosos. Esto se debe a que muchos de ellos [b]creían que Max Keith colaboraba con el régimen nazi[/b]: "[i]en la sede central de la compañía, en la ciudad norteamericana de Atlanta, tampoco sabían si Keith trabajaba para los nazis o se limitaba a mantener la producción de las fábricas de Coca-Cola por lealtad a la empresa[/i]". Y lo cierto es que, por un lado, [b]él nunca se manifestó abiertamente a favor de Hitler y el nacionalsocialismo[/b], pero, al mismo tiempo, el [b]Ministro de Economía nazi[/b] ([i]Reichswirtschaftsminister[/i]), Walther Funk, le encomendó la dirección de las diferentes delegaciones de Coca-Cola en los países ocupados. Tras el final de la guerra (1945), [b]Coca-Cola decidió investigar el posible colaboracionismo de Max Keith con el régimen nazi[/b]. De esta forma, "[i]se comprobó que el antiguo responsable de la compañía [b]no había apoyado al régimen[/b] y que incluso había llevado a cabo acciones encaminadas a proteger a algunos empleados que estaban en el punto de mira de la Gestapo[/i]" (Hernández, 2007). Por otra parte, también se señaló que se había ofrecido en varias ocasiones a ayudar a la población que había sufrido bombardeos transportando agua potable con sus camiones de reparto. Así, [b]quedó despejada cualquier duda sobre la complicidad del creador de Fanta para con los nacionalsocialistas.[/b] Max Keith A pesar de que las [b]43 fábricas de Coca-Cola GmbH[/b] habían sido bombardeadas y destruidas en su mayoría durante los últimos años del conflicto, pronto se reanudó la producción: "[i]en medio de un país en ruinas, se reinició casi de inmediato la fabricación de Coca-Cola, así como la de Fanta, cambiando en este caso los precarios ingredientes que se habían utilizado hasta el momento[/i]", declara, de nuevo, Hernández. [b]A finales de los años 60, Coca-Cola compró la marca Fanta e inició la exportación de la bebida a los Estados Unidos[/b]. [b]Y así es como este producto, originalmente nazi, pasó a formar parte de una de las empresas más importantes y conocidas del mercado americano e internacional.[/b] [url]https://www.vestigiumforum.com/l/la-fanta-tambien-es-nazi-y-tu-%C2%A1tampoco-lo-sabias!/[/url]7 VOTOS