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[center][/center] [b]El almirante Byrd llegó a ese escalafón cuando tenía solo 41 años gracias a sus hazañas como explorador, sin embargo se tejieron a su alrededor misteriosas historias que lo llevan de los polos al centro de la tierra con platos volantes y personajes novelescos.[/b] Durante mucho tiempo se ha supuesto que el almirante Richard E. Byrd, de la Marina de Estados Unidos, fue el primero en sobrevolar los dos polos, en sus expediciones aéreas. Hoy en día, la mayoría de los expertos coincide en que las expediciones de Roald Amundsen a los polos cuentan con pruebas incuestionables, lo cual no descarta que Byrd se le anticipara. El noruego Amundsen clavó la bandera de su país en el polo Sur, el 14 de diciembre de 1911 y sobrevoló el polo Norte con el dirigible Norge, el 11 de mayo de 1926. Byrd obtuvo su licencia de piloto en agosto de 1917 y se entusiasmó con la aviación. El 9 de mayo de 1926, con un trimotor Fokker F-7, Byrd y el piloto Floyd Bennett despegaron de Spitsbergen y se dirigieron al Polo Norte. Edsel Ford, fabricante de automóviles, contribuyó financieramente a la expedición y el aeroplano en el que voló Bird se bautizaría con el nombre de su hija: Josephine Ford . Después de recorrer 1360 millas en 15 horas y media, Byrd dijo que había alcanzado el Polo Norte. A su vuelta fue agasajado y aclamado como un gran héroe, el Congreso de Estados Unidos le otorgó la Medalla de Honor y el éxito le permitiría acopiar los fondos necesarios para abordar su expedición al Polo Sur. Para su viaje a la Antártida movilizó dos aviones y tres barcos. La expedición partió en 1928, durante aquél verano exploraron el continente y después del invierno, el 28 de noviembre de 1929, iniciaron su expedición al Polo Sur. Byrd voló con el piloto Bernt Balchen, el copiloto Harold June y el fotógrafo Ashley McKinley en otro trimotor Ford, el Floyd Bennett, cuyo nombre hacía honor a su compañero de expedición al Polo Norte, fallecido hacía poco tiempo. El vuelo al Polo Sur duró 18 horas y 41 minutos. Después del verano, que pasaron explorando el continente Antártico, la expedición regresó a Estados Unidos el 18 de junio de 1930. El éxito de esta segunda expedición le valió que la Marina lo ascendiera al cargo de almirante, cuando tenía solamente 41 años de edad. Esta vez recibiría también otra medalla, la de la American Geographical Society. [center][/center] Después de su primera aventura en la Antártida, Byrd volvió al continente helado en cuatro ocasiones más. La tercera de ellas fue la más importante y la más larga. En 1946, 13 navíos de la Marina de Estados Unidos, 6 helicópteros, 6 hidroaviones y 15 aviones más, de diversas características, participaron en una expedición que involucró a unas 4000 personas. Byrd murió el 11 de marzo de 1957, en su casa de Boston, de una enfermedad cardíaca, a los 68 años de edad. Con respecto a su vida existen dos asuntos que con el tiempo suscitaron una gran polémica. El primero está relacionado con la expedición al Polo Norte y el segundo con un supuesto diario que dejó escrito, censurado por la Marina, y que no se haría público hasta después de su muerte. Bernt Balchen un explorador estadounidense de origen noruego, cuestionó la hazaña de Byrd en base a sus conocimientos sobre la velocidad del aeroplano que utilizó. Balchen apuntó la idea de que Byrd voló alrededor del Polo Norte, sin ver el hielo, y que nunca llegó a alcanzarlo. En 1996, se pudo comprobar que en cuaderno de vuelo de Byrd había tomas de sexante borradas, pero visibles, que diferían mucho de las que puso en su informe a la National Geographic Society. Sin embargo, hay expertos que justifican las diferencias de velocidad anotadas por Balchen por la existencia de condiciones meteorológicas de viento a favor, que el noruego no tuvo en cuenta, y también otros que consideran que las correcciones en el diario no tienen por qué ser mal intencionadas. [center] [/center] En cuanto al viaje fantástico, fue el escritor italiano Amadeo Giannini quién lanzó la idea de que Byrd escribió, en un diario secreto, las extraordinarias experiencias que tuvo durante una expedición al Polo Norte, en 1947. Según cuenta Giannini en su libro Los mundos más allá de los Polos, Byrd se encontró con un humanoide de otro “mundo” que le advirtió de que la Humanidad debería apartarse del camino de la guerra y también pudo ver un mamut lanudo, vivo, muy cerca del Polo. Pero, quizá el libro, en el que la imaginación del autor lleva a Byrd al límite de lo que un almirante, medianamente cuerdo, puede soportar se titula El mayor descubrimiento geográfico de la historia hecho por el almirante Richard E. Bird en la tierra misteriosa más allá de los polos- El origen real de los platillos volantes, y lo publicó en 1964 un esotérico líder de los rosacruces: Raymond W. Bernard. Según Bernard, en su diario, Bird describe cómo en el interior de la Tierra hay lagos, ríos, vida animal y vegetación, y la temperatura es de unos 20 grados centígrados. En su primer viaje por las interioridades de nuestro planeta, el almirante vio animales prehistóricos, como los mamuts, en bosques muy frondosos. Su avión fue saludado y escoltado por platillos volantes que los condujeron a la presencia de los reyes que gobernaban aquellos territorios. El rey y la reina de Agharta, que así se llama el reino subterráneo, les advirtieron del peligro que corre la Humanidad con sus guerras. Después de la audiencia los acompañaron hasta la salida a la superficie terrestre, por el agujero que hay en los polos. A ellos les habían permitido entrar por ser hombres de buen corazón. [center] [/center] Pero, Bernard no se conformó con el viaje al palacio de Agharta, sino que no dejaría pasar que, en 1956, Byrd y sus tripulantes volaron también hacia el centro de la Tierra, esta vez recorrieron 2300 millas y pudieron comprobar que los dos polos no son más que dos inmensos agujeros que comunican con el centro de la esfera terrestre. Bird vio el Sol desde el interior del planeta. Todo este jaleo se organizó cuando el almirante había muerto y no podía explicar los detalles de sus fantásticos viajes. El primer problema con que se hubiera encontrado para aclararlos es que en 1947 estaba en el Polo Sur, y no en el Polo Norte, como decía Giannini que decía él en su diario. Con toda seguridad hubiera preferido volver centenares de veces a los duros hielos polares antes que confirmar o desmentir los escritos de su diario secreto. [center]7 VOTOS[/center]